Saguara (Lat. 18°53’55”S, Long. 69°29’40“O, 3.100msnm) está ubicado en la quebrada homónima, tributaria del valle de
Camarones, a unos 12km en línea recta al oriente de
Pachica. Ambos estaban estrechamente relacionados durante el Período Tardío (incaico) porque constituían el principal conjunto poblacional de la cuenca del valle Camarones. Copiando a Virgilio Schiappacasse y Hans Niemeyer (Revista Chungara 34,Nº 1; 2002) “
El asentamiento de Saguara junto a la localidad vecina de Pachica deberían constituir nodos serranos en la red vial que desde Codpa y los Altos de Chocaya por el norte se dirige hacia el sur a Nama (Lat. 19°11'23”S. Long. 69°24'40”O)
y Camiña (Vila Vila, Lat. 19°18'3”S, Long. 69°23'34”O)
... y que, en sentido oriente a poniente, desde el altiplano de Oruro por Paquisa (12km al norte del
salar de Surire)
, Chilcaya (salar de Surire)
, Taruguire y desciende hacia el litoral de Caleta Camarones, pasando por los asentamientos de Huancarane Bajo, Hacienda Camarones Norte, Chuquibamba y posiblemente Cuya (en el valle de
Camarones, donde está el control policial de la carretera Panamericana).” Y “
los vestigios arqueológicos individualizados en el yacimiento de Saguara, considerados junto a los recursos de su entorno, a las características arquitectónicas y al depósito arqueológico, permiten considerarlo no como un asentamiento con fines económicos ni de apoyo al sistema vial, rol que correspondería a la localidad vecina de Pachica, sino más bien destinado a una función más especializada, ceremonial...” En cuanto a Pachica, en otra publicación sugieren que se le podría caracterizar “
como una paskana
o sitio de tránsito y descanso que servía las rutas transversales que desde las tierras altas conducían hacia el valle y el litoral, así como también a las que en sentido longitudinal llevan a los valles más meridoniales. Es en el asentamiento vecino de Saguara donde las características arquitectónicas remanentes permiten inferir funciones administrativas y rituales, distinguiéndolo como el asentamiento inca principal de la sierra de la cuenca del Camarones.” Pues con lo citado queda claro que, ya habiendo descrito someramente a
Pachica, Saguara no podía seguir ausente en este e-book.
Virgilio Schiappacasse Ferretti (médico radiólogo) y Hans Niemeyer Fernández (ingeniero civil dedicado a los estudios hidrográficos) hicieron inmensos aportes a la arqueología chilena y en particular a la de Arica-Parinacota, resaltando su trascendente investigación en Caleta Camarones, la cual consolidó por fin al conocimiento que actualmente tenemos de la Cultura
Chinchorro. Pues ellos exploraron como se debe a Saguara y
Pachica a partir de 1970 y todo lo conceptual de este artículo se extrajo de sus conclusiones.
En diciembre de 2013 decidimos revisitar a Saguara. Hubiéramos querido hacerlo a caballo, como tantas veces lo hemos hecho antes para otras localidades cordilleranas (ver el e-book “Arica a Caballo” en
www.aricaacaballo.com), siguiendo alguna de las ancestrales rutas caravaneras implicadas en lo citado, pero esa es una gestión harto compleja en cuanto a su implementación y entonces lo hicimos “cabalgando”a un par de vehículos.
Desde luego, de inmedito se alistó mi ahora ex-esposa, María Isabel Castro Yévenes, quien me acompañaba con encomiable entusiasmo en todos mis frecuentes reencuentros con la Pachamama. Es que a ella le ocurrió lo mismo que a mí con nuestro interior: “se me ha entrado el paisaje en el alma... y no quiere salir”. Esos versos son del capellán militar Luis Urzúa, autor del libro “Arica, Pruerta Nueva” (Editorial Andrés Bello, 1969) y quien durante siete años y hasta 1956 estuvo a cargo de la gestión católica en gran parte de nuestra sierra, cordillera y altiplano. Y también se alistó, por supuesto, mi amigo y compañero de innumerables aventuras serranas, Carlos Alberto Requena Herrera, quien invitó a un simpático matrimonio joven que poco conocía de nuestro interior.
La mejor ruta vehicular, de tierra, se inicia desde la ruta A-35 un poco al oeste de los Altos de Chacaya (en Lat. 18°51’S, Long. 69°42’O), a pocos kilómetros de
Codpa. Para que el viaje no resulte muy extenso, conviene pernoctar allí la noche anterior. Con mi ahora ex-ex-esposa acampamos en un espacio idílico muy cerca del río, rodeados de rosas silvestres, ciruelos y otros árboles frutales:
Al día siguiente, sin apuro, nos devolvimos un poco y tomamos la ruta A-331 en el lugar descrito, bien señalizado. Ésta, zigzagueante pero en buen estado, tras unos 17km llega un poco al norte de
Pachica y allí se bifurca por primera vez: hay que seguir por la ruta A-323 (la opción de la izquierda, no hay cómo perderse pues está bien señalizada). Tras otros 17 serpenteantes y secos kilómetros se llega a otra bifurcación que indica claramente la rama que lleva a Saguara tras un corto tramo.
Antes de eso y ya desde los 1.200msnm aparecen numerosos cactus candelabro (Browningia candelaris)
y algo más arriba empieza a predominar otra especie.
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Por ahora desconozco el nombre de esta especie. La mancha negra en medio de sus ramas corresponde al nido de un pequeño pajarito llamado Canastero (ver el e-book “Aves de Arica” en www.aricaacaballo.com).
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Resumiendo, en Saguara hay tres espacios de data incaica y el primero que aparece es Saguara 3, posiblemente el lugar más explotado en términos agrícolas en la época de los incas y tal vez por
mitimaes aymaras cuya misión era abastecer a todo Saguara. Las excavaciones de los investigadores citados revelaron abundantes restos de azadones líticos y algo de cerámica propiamente ariqueña. Hay allí numerosas
andenerías o terrazas agrícolas (
patanaka) y algunos recintos habitacionales prehispánicos:
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Vista general del sitio Saguara 3.
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Saguara 1 está donde hoy se emplaza el poblado de una docena de ranchos
e inmediatamente al sur de éstos hay hartas ruinas de recintos funerarios en forma de cistas aéreas o subterráneas perturbadas, alternadas con pequeñas
colcas o depósitos para guardar alimentos y una colca aérea de mayor tamaño.
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En el primer plano, una de las cistas funerarias o colcas chicas, a menudo difíciles de diferenciar.
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El sitio Saguara 2 está frente al poblado hacia el norte, al otro lado de la quebrada. Curiosamente, es allí donde está la precaria iglesia, extrañamente alejada del poblado actual.
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Iglesia de Saguara. El interior de la nave está vacío.
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Iglesia de Saguara. El atrio tiene, como es habitual, un calvario.
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Inmediatamente al norte de ella hay restos hartos perturbados de un ushnu o plataforma ceremonial, típica de los sitios incaicos de importancia (
hay otro en el tambo de Chungara). Está muy deteriorado porque sus piedras fueron utilizadas para los cimientos de la iglesia y esa es toda la información histórica que de ella he podido conseguir. Urzúa ni siquiera la menciona y a Saguara sólo le dedica una frase para elogiar a sus
tunas.
En el ushnu se realizaban diversas ceremonias y los investigadores citados sugieren que se erigió tal vez principalmente para homenajear a dignatarios incaicos de la época en que Huayna Capac, el padre de Huascar y Atahualpa, recorrió estos lares durante 4 años para reclutar gente para el conflicto que tenía con los lugareños de la frontera norte del Tawantinsuyo, en Quito. En un extremo del ushnu se observa un cactus y en otro un calvario, ambos intrusivos. Hacia el oriente hay restos de unas pocas estructuras habitacionales.
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Se conserva este sector con gradas de escalera.
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Esta es la quebrada que separa a Saguara 2 del sitio 1.
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Hoy los espacios fértiles se dedican principalmente para el cultivo de tunas.
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La otra actividad agrícola de importancia se refiere a los hermosos parronales de tumbos, un fruto alargado y ácido pariente del maracuyá. Los de Saguara son los mejores que he probado, menos ácidos y más dulces.
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Las chacras del lugar son hermosas, coloridas y están fragmentadas en reducidos espacios adyacentes por acequias o por el desnivel del talweg:
Ya nadie vive en Saguara de manera permanente. Sólo van de tiempo en tiempo a trabajar en sus cultivos. Tampoco hay llamas ni otros animales domésticos. Sólo estaba don Exequiel Carvajal, un amable personaje nacido en el sur pero que lleva decenios viviendo en nuestras tierras. Nos trató muy bien,
ofreciéndonos
tunas maduradas prematuramente porque allí se adelantó el tiempo caluroso. Son exquisitas, lejos las más sabrosas, carnudas y jugosas que he probado y eso que eran sólo primores. A cambio le dejamos un par de cervezas y una bandeja de frutillas.
Las de la época de las mejores cosechas (de marzo a mayo) son algo más grandes y aun más sabrosas. Son famosas...
Hasta donde yo sé, Sucuna no tiene remanentes arqueológicos de importancia, pero estábamos tan cerca (8km hacia el noreste en línea recta, 16km por la ruta) que fuimos a fotografiar a su “verdaderamente andina” pequeña iglesia, el único atractivo del lugar. Es curioso que la de Saguara sea tan precaria.
Desde Saguara hay que devolverse algunos centenares de metros hasta la última bifurcación que ya describimos y tomar el camino de más al norte,es decir, retomar la ruta A-323. Ahora ésta se hace más estrecha, casi demasiado pedregosa para un automóvil común y se hace mucho más serpenteante, especialmente en el tramo del descenso a la quebrada, que no es la misma que la de Saguara y está un poco más al norte. Allí las curvas son muy estrechas y de cuando en cuando hay que pasarlas en dos tiempos:
Sucuna está a algo más de 3.300msnm, en Lat. 18°50’36”S, Long. 69°26’38”O. Lo primero que aparece es la iglesia, cuyo patrono es San Antonio:
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Iglesia de Sucuna. La torre es baja, está "como se debe" a la derecha de la iglesia, con su acceso a la pequeña campana en la cara posterior. Por supuesto, hay un calvario en el atrio.
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Según relata el capellán militar Luis Urzúa en su libro Arica, Pruerta Nueva (Editorial Andrés Bello, 1969), la torre habría sido construída algo antes de 1955 gracias a los esfuerzos de don Bernardo Condori, por entonces el “magnate” de Sucuna. No he conseguido encontrar una fecha aproximada para la construcción de la iglesia.
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Iglesia de Sucuna. Detalle de la cara posterior de la torre.
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Iglesia de Sucuna. En su interior hay un pobre retablo, con hornacinas para figuras de santos que no reconozco (no soy precisamente versado en el tema).
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Iglesia de Sucuna. La techumbre es la típica de las iglesias de la cordillera: cañas hechas firme con gruesos troncos de cactus candelabro en este caso.
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Sólo una familia de bolivianos que había llegado a Chile hacía sólo un mes vivía en Saguara. Hay un pequeña plantación de
tunas pero todo lo cultivable en el
talweg está ocupado por alfalfa para alimentar a los numerosos corderos y algunas cabras. El dueño del lugar reside en Arica y lo visita un par de veces al mes. Conversamos largo rato con ellos, cordiales como toda la gente de los poblados más o menos aislados.
Relata Urzúa que la única vez que visitó al lugar, en 1955, vió abundantes plantaciones de orégano, maíz, papa, arvejas y habas en las hoy abandonadas 398
andenerías o terrazas agrícolas (
patanaka) de la ladera del cerro “huertacollo” que está inmediatamente al norte del villorrio y que a una hora de camino aguas arriba había una fuente de aguas termales sulfurosas de mágicas propiedades curativas. Él dice que estaba a 4.000msnm, pero no siempre le creo todo lo que escribe. Pues le creo lo de una hora de camino y jugando con Google Earth creo reconocer a una distancia de unos 3 kilómetros y a unos 3.450nsnm una peculiaridad de la ladera norte de la quebrada que es muy sugerente de la emergencia de una vertiente (la inmensa mayoría de ellas provienen del norte precisamente). Ni siquiera le mencioné esa posibilidad a mis compañeros de viaje porque Urzúa expresa que el lugar estaba en la quebrada de Codpa y ésta esta por lo muy menos a 7km al norte, distancia atiborrada de quebradillas secas y en medio de la cual está la quebrada de Ayco (Aico) con un curso de agua que no describe, ni tampoco a las quebradillas.
Hay en el libro de Urzúa bastantes afirmaciones muy fantasiosas, pero en lo que se refiere a la quebrada de Codpa y la fuente termal, comprendo que en su tiempo era casi imposible ubicarse de manera adecuada en lo geográfico. En fin, parece cierto que la fuente termal existe y si vuelvo alguna vez a Sucuna lo haré con el propósito de encontrarla. Aunque las termas sulfurosas y de fondo fangoso me disgustan, la leyenda de sus poderes curativos más la iglesia ya podrían crear algún atractivo turístico para ese lugar tan aislado, desconocido y no tan difícil de acceder desde Codpa.
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La pequeña y esquiva Lissette, de quien sólo conseguí un esbozo de sonrisa cuando vio a su fotografía.
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Una vista de la media docena de ranchos del lugar.
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Tras eso, nos fuimos a almorzar a este paraje.
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Nuestras bellas damas prepararon una sabrosa ensalada.
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En eso estábamos cuando apareció la Sra. boliviana con tres litros de leche de cabra recién ordeñada. En esas condiciones la encuentro mejor que la leche de vaca procesada. A cambio, le regalamos todas nuestras galletas para sus hijos.
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Durante nuestro almuerzo, un pajarito muy confiado nos acompañó permanentemente. Es un Mero Gaucho, ave carnívora que se alimenta de lagartijas, arañas, etc.
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