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Sector Oriental del Altiplano Norte
Se accede a él por un buen camino de tierra que nace 500m al oriente del poblado de Chucuyo (Lat. 18°12'59"S, Long. 69°17'43"O, ruta A-123) y se dirige al norte hacia
Parinacota. Desde ésta al norte, el camino transcurre entre bofedales donde abundan los rebaños de llamas, alpacas, vicuñas y aves
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Guallatas (Chloephaga melanoptera) con sus polluelos cerca de Parinacota, febrero del 2009.
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Bofedal vecino a Parinacota.
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y vizcachas en las laderas de los cerros que rodean a los bofedales.
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Vizcacha cerca de Parinacota
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Los volcanes Payachatas resaltan con su belleza habitual.
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Volcanes Payachatas vistos desde cerca de Caquena. El de la derecha es el Parinacota y el otro, más antiguo, el Pomerape.
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El primer poblado de cierta importancia que encontraremos es Caquena, a menos de 100km. Para llegar a él hay que tomar la ruta A-119, la que se desprende de la anterior en Lat. 18°05’28”S, Long. 69°16’14”O (referencia: Google Earth, no siempre exacta). Ésta se dirige inicialmente al nordeste y tras unos 11 benignos kilómetros llega a Caquena.
En uno de mis viajes un mes de febrero del año 2009, un poco al norte de Parinacota tuve el privilegio de ver a dos alpacas apareándose espontáneamente. Lo de espontáneo es porque los ganaderos acostumbran a facilitar el apareamiento de los camélidos domésticos adornando con cuelgas de lana multicolores a sus animales para “que se casen” (”
floreo”)
y luego atan las patas posteriores de las hembras para que los machos las puedan acceder con mayor facilidad
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Hembra atada para el apearamiento.
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Pero esta vez la pareja decidió entretenerse por cuenta propia. Lo de “entretenerse” no es enteramente cierto pues la hembra se comporta muy pasivamente, absolutamente indiferente mientras el macho, entusiasmado, la rodea, cruza su cuello con ella y luego la cubre con poco entusiasmo y como si éste se enfriara por la nula respuesta de su pareja, vuelve a iniciar el paseo una y otra vez y así por un largo tiempo.
Poco antes de Caquena me llama la atención un bofedal que rodea a un pequeña laguna. Dejé el camino principal para visitarla y llegué a la morada de don Gumercindo Gutiérrez Pacaje, desde donde atiende a su estancia familiar, Lagunillas. Su casa, como todas las del altiplano norte, está protegida por un pararrayos pues durante el verano las tormentas eléctricas son muy frecuentes.
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Morada de don Gumercindo en Lagunillas.
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Vive solo allí con sus auquénidos y dos perros, uno de los cuales está perdido desde hace algunos días y lo primero que me cuenta es que merodea un puma que le ha devorado varios animales y teme que lo ataque a él. Era un día Domingo y él estaba durmiendo una siesta pero despertó cuando yo fotografiiaba una pequeña capilla en ruinas adyacente a su morada. Con cierta desconfianza inicial pues no le gustan los turistas, pronto se hace muy amigable y me cuenta toda su historia familiar y sus sueños de reunir allí a sus familiares para hacer de Lagunillas un poblado. Ellos lo visitan de vez en cuando para arrear a las vicuñas para esquilarlas.
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Vicuña, auquénido no domesticable.
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La pequeña capilla no es una excepción pues las he visto en otros asentamientos aislados de la zona. Son remanentes de un pasado cuando la población del sector era católica.
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Don Gumercindo en lo que queda de la capilla.
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Hoy casi todos son protestantes. Me cuenta que sus padres le rendían tributo a la capilla pero que sus pedidos no fueron escuchados y dejaron de mantenerla. Conversamos por horas, me mostró su par de caballos, me contó cómo vivía y hasta me mostró sus plantas de chachacoma (chachakuma, Senecio nutans), un arbusto que crece entre los 3.500 y 5.000msnm y cuyas hojas se utilizan para hacer una infusión que combate el mal de altura. Farmacológicamente hablando, algunos de los compuestos aromáticos que contiene tienen un efecto hipotensor, bloqueando los receptores Beta. Pienso que, mientras no se conozca mejor su farmacología, convendría evitarla en pacientes hipertensos en tratamiento o en aquellos que hayan utilizado nifedipino, a fin de evitar una posible interacción medicamentosa.
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Chachacoma (chachakuma, Senecio nutans).
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Mientras tanto se me generaba un grave problema: sólo había detenido el motor de mi vehículo pero no cerrado completamente el contacto eléctrico creyendo que sólo estaría en el lugar por algunos minutos. Pero el reproductor de CD y el mini-refrigerador quedaron energizados y cuando quise continuar mi camino se había agotado la batería y con una caja de cambios automática no había manera de hacer arrancar al vehículo. Me maldije por la imprudencia de no disponer de mi batería portátil pero me reconcilié parcialmente conmigo mismo pues sí había llevado a mi bolsa de emergencia, llena de implementos para circunstancias adversas, entre ellos trajes térmicos para soportar el frío nocturno de esos parajes, esta vez a 4.500msnm. Ya algunos años antes quedé toda una noche en panne en el desolado altiplano argentino y desde entonces mi bolsa me acompaña cada vez que salgo de la ciudad. Tenía suficientes alimentos para un par de días y en ese lapso con certeza encontraría a un vehículo con conductores dispuestos a ayudarme a salir del paso, pero debía trabajar al día siguiente y nadie sabía dónde estaba. Maldiciéndome, me abrigué y rápidamente atravesé el bofedal con la improbable esperanza de encontrar ayuda en la carretera a esas horas de la tarde.
En definitiva fue un afortunado incidente pues cuando todo estuvo resuelto, don Gumercindo decidió que era una una buena oportunidad para buscar a su perro y así con él pude recorrer en mi vehículo diversos rincones del lugar por precarias sendas secundarias. La ayuda vino a muy corto plazo: un camión grúa que volvía a Arica para mantenimiento, a una hora inusual para el escaso tránsito vehicular por el lugar. Sus dos ocupantes accedieron de inmediato desviarse para ayudarme y de pronto descubrimos que ¡nos habíamos conocido muchos años antes! El chofer era yerno de Vilma Ibáñez, mi apreciada e inolvidable secretaria de cuando yo era el Jefe de Cirugía en el hospital fiscal de Arica y su acompañante había sido funcionario de éste. ¡Qué lindo es ser provinciano y tener la oportunidad de interactuar con tante gente que uno recuerda y viceversa!
Problema resuelto, empezamos a buscar al perro visitando varias “estancias” modestas vecinas a Caquena, hasta llegar a la Rinconada donde un hijo de arriero (don Vicente Mamani) se instaló en el borde de un bofedal precioso muy cerca de los Payachatas con una decena de caballos que intenta utilizar para cabalgatas turísticas por la zona. Una vez más, aunque no nos conocíamos, existía un vínculo con él: había tenido un estrecho contacto con mi amigo y compañero de aventuras, Carlos Requena (quien comercializa nuestras cabalgatas serranas, ver el e-book “Arica a Caballo”) y ya habían programado una larguisima cabalgata desde Caquena a
Codpa, en la cual yo participaría. Tras una interesante exposición de sus proyectos, partimos con don Gumercindo a Caquena.
Caquena (de
qaquña = acto de frotar, Lat. 18°03'S, Long. 69°12'O, 4.395msnm y a sólo 5km de la frontera con Bolivia) es un pequeño poblado ceremonial pero en el cual hoy (2009-2014) sólo viven dos familias pero sigue teniendo cierta importancia pues hay allí un puesto de Carabineros (policía armada chilena). Por cierto, hay más habitantes (pastores) dispersos en los bofedales aledaños.
Como todos los poblados de cierta magnitud en esta zona, tiene una iglesia católica, aunque hoy casi todos son protestantes. Esta es una de las más antiguas de la zona, construida en el siglo XVI y restaurada (¿reconstruida?) en 1891.
y un típico cementerio andino, pero muy poco más que mostrar.
Ya atardecía y volvimos a Lagunillas, siempre buscando al perro que nunca apareció, pero salió a despedirnos un suri o ñandú como para recordarme que debíamos volver para seguir maravillándome con su extraño territorio.
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Suri o Ñandú, cerca de Lagunillas.
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En un viaje ulterior, en febrero del año 2014, tuvimos con mi tercera ex-esposa un lindo encuentro con una llamita recién nacida, lo que se muestra en este
video.
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Atardecer en el altiplano.
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Esta vez no seguimos más al norte, pero volvimos a Arica cruzando hacia el occidente en Nasahuento (poblado de escaso interés turístico), pasando por Colpitas y bajando por el camino que llega a la Carretera Internacional a un costado del regimiento de Pacollo.