El Jach’a Tangani  
 
Estamos impacientes por explorar el imponente Jach’a Tangani (foto) y tal vez un poco intimidados por su majestuosa alzada. No nos perderíamos la aventura, pues para eso fuimos a Wak'ani a agasajar a la Pachamama y a los dioses de Ticnamar. Los dioses andinos tienen su genio, pero son comprensibles: si uno los trata bien, los adula, les hace ofrendas y respeta su dominio y a los habitantes de éste, seguro que te ayudan. 
 
Kimsa Viracocha Tangani, los tres señores cerros planos, son sin duda una de las más conspicuas características geológicas de Ticnamar. Tangani es el nombre que recibe en aymara un cerro de cima plana (meseta) y de murallas extremadamente abruptas, casi verticales. Aunque no faltan los ingenuos que dicen que son producto de una titánica empresa de los "incas", los cuales, por lo demás, apenas se hicieron presente en nuestro territorio, los tangani son lo que geológicamente se designa como "cerros testigos" y los de Ticnamar lo demuestran con claridad. La cima plana está a la altura de la pampa vecina (Oxaya) y los cerros no son formaciones emergentes sino restos ("testigos") de la altitud de esa planicie original, ulteriormente excavada por las distintas fuerzas de la formidable dinámica geológica
 
En Ticnamar resaltan hacia el sur tres de esos cerros, los que sobresalen unos 200-300m del talweg de los valles circundantes. El más conspicuo está cerca del pueblo y lo protege del helado viento vespertino que baja de Timalchaca y de las malas intenciones del "Tío" (el Diablo) que vive en el cerro Marqués. Se llama "cielo" o "calvario" pues en su borde septentrional tiene dos hermosos calvarios o templetes, amén de un par de cruces sobre pedestales, pero nada más (foto). Un poco al sudeste hay otro tangani de plataforma más pequeña (alguien dice que se llama Warjata) que se utilizaba antes para realizar las "costumbres" (ceremonias paganas) para cuando escaseaban las lluvias. Hacia el sur, casi como si la hermosa quebrada de Oxa jugara el rol de les Champs Elisées cuando enfilan hacia el Arco de Triunfo, está el "Tangani" propiamente tal, o Jach’a Tangani a falta de un mejor nombre. 
 
Kimsa Viracocha Tangani. *= warjata, **=cielo o calvario, ***=jach’a tangani.
 
La pérdida de la identidad autóctona que hemos generado los chilenos es tal, que ni don Noé Zubieta Tarque, uno de los "antiguos" del lugar, quien sobresale por sí mismo, por su trayectoria y por su condición de aymara-parlante, puede dar un nombre diferencial a cada uno de ellos. Como el adjetivo jach'a (grande, alto, poderoso) flota en el ambiente cuando se habla de los tangani, me atrevo a adjudicárselo a este cerro, vecino del Charcollo, pues es el más impresionante, difícil de escalar y guardián de secretos indescifrables. Desde su cima queda claro que si el Diablo del Marqués (foto) quisiera atacar a Ticnamar, primero tendría que vérselas con este cerro antes de enfrentar al más piadoso Calvario. 
 
Por eso, por ser el "Jach'a", fuimos a wak'ani a rendirle tributo, pedirle permiso y rogar la protección y/o la no intromisión de otros poderes que regulan el destino de los humanos. Sin duda eso complació no sólo al Tangani sino que a toda la gama de entidades sobrenaturales. La Pachamama se esmeró por mostrarnos sus adornos y a la vuelta nos entregaría con generosidad ilimitada todos los amañocos (fotos) que quisimos para saciar la sed de 5 horas de inestable caminata. 
 
Entonces, un buen día partimos en una expedición a la cima del Jach’a Tangani. No es habitual ver tantos animales en un solo día. Aparte de los habituales guanacos (foto) y vizcachas (foto) de la quebrada de Jiphilla, en cuanto enfrentamos el bamboleante trayecto de nuestro vehículo por el lecho del río Oxa en dirección al Charcollo, un chingue hizo gala de su perfume, un hermoso y bien nutrido zorro culpeo se nos cruzó con cautela a un centenar de metros de nosotros, una culebra nos dejó pasar por el lado de ella sin arrancarse y más tarde una bandada de unos 30-40 bulliciosos loritos de dorso verde protagonizaron un espectáculo aéreo sobre nosotros, aliviando las penas físicas de un expedicionario que se había fundido. Terminábamos el ritual de la phawt'aña de las hojas de coca y la ch'alla de alcohol en una especie de plaza ceremonial en la cima del Jach'a Tangani (foto), cuando la Pachamama expresó su complacencia con un temblor y en seguida 3 cóndores pasaron a poca altura sobre nosotros, sin duda observándonos en una gestión profesional. 
 
Si uno escarba en la leyenda, los cóndores, "kunturi o mallku", son los mensajeros que comunican a los señores cerros poderosos entre sí (”apu collo" o “tayta orco" en quechua). Sin duda, habíamos quedado bien ante esos poderes con nuestra gestión ante el viril "wakón" de Tumaya y nuestra ya relatada experiencia con el cerro Charcollo y entonces éstos decidieron enviar a los cóndores para que se nos facilitase el camino y para velar por nuestra seguridad. Eso nos lo contó la Pachamama en la cima del tangani con un suave temblor, al terminar de ch'alltar y justo antes de la aparición de los cóndores. En los Andes todo es altar y hasta los más escépticos doblegamos nuestro orgullo agnóstico ante el maravilloso equilibrio del akaj pacha, la dimensión que los poderes superiores han creado para los humanos y animales a través de la interacción de los opuestos complementarios, la esencia de la cosmovisión andina. 
 
Relatar los pormenores de esta expedición sería repetir la descripción de chullpas, sitios rituales y ruinas de poblados y corrales en las laderas que hemos descrito en otras publicaciones, pero en una versión más primitiva. No hay arte rupestre en el Jach'a Tangani. Toda la meseta está cubierta de ruinas de recintos delimitados por pircas primitivas de piedras sin argamasa, con todos los tipos de morteros (batanes) y cerámica rudimentaria, algunos trozos propios de la Cultura Arica de los valles bajos (foto) y bastante cerámica altiplánica preincaica del Período Intermedio Tardío (Chilpe). No encontré (tal vez porque no busqué lo suficiente) evidencia de ocupación durante el Período Tardío (incaico). 
 
No sé y ahora ni me importa mucho quiénes ocuparon el lugar. Lo que aprendí en ese viaje es más importante: los dioses andinos existen. No se trata de esas entidades infalibles que siempre tienen la razón y obligan a una eterna lucha entre lo fasto y lo nefasto, sino de presencias perceptibles a través de la inmensidad de los espacios, la magnitud de las formaciones geológicas, el equilibrio entre éstas y las formas de vida y el respeto que los humanos iniciados profesan por su entorno, sin esfuerzo ni penas del infierno ni promesas celestiales. Para quien nunca ha tenido experiencias místicas, vislumbrar en Los Andes a Gaia, deidad planetaria suprema expresada a través de las vías de la cosmovisión andina, marca un compromiso ineludible: lo andino, en estado agónico, debe conservarse con mayor énfasis que la "reserva genética" de los ambientalistas, porque es una forma de vida tan diferente a la nuestra que minimiza la indigesta gestión del post-modernismo. Gaia es capaz de regenerarse, repararse a sí misma y eliminar lo que la amenaza, por lo que los humanos que profitamos de ella debemos respetarla para evitar que nos destruya para resguardar su eternidad. 
 
Eso lo comprendí en la cumbre del Jach'a Tangani y los libros ya me habían explicado el pensamiento andino. Creo que coinciden. Como expresión decadente del Mundo Andino que intenta resurgir, te ruego, Ticnamar, que no te rindas ni te fracciones: te necesitamos...  
 
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