El cerro Charcollo (de “
ch’ära” = “negro” y “
qullu” = “cerro”) domina, por su altura, su color negruzco y por ser como la "antesala" del cerro Tangani, la parte media de la quebrada de Oxa, entre
Mullipungo y Ticnamar (
foto). Charcollo evoca baches en la comprensión de la evolución cultural de Arica, pues hay allí un cementerio donde se encuentran trozos de una cerámica de confección tosca, con una decoración de burdas líneas y puntos en rojo, que es menos frecuente en los sitios arqueológicos de la parte media o baja de los valles. Eso ya es curioso, porque en el
Período Intermedio Tardío (unos cuatro siglos entre el dominio del Tiwanaku y el incaico ulterior), la
Cultura Arica muestra, desde más o menos el siglo XI, una evolución de estilos de cerámica sucesivos (San Miguel, Pocoma y Gentilar) (
foto) que no son excluyentes sino que persisten hasta asociarse a los estilos que vienen del altiplano (genéricamente, "negro sobre rojo") cuando allá arriba también pasaban por la etapa de señoríos regionales en la que se ubica la Cultura Arica (Chilpe, 1300 d.C.) y durante el Período Tardío, incaico (Saxamar). aun en esa época, siglo XV, persistía el estilo ariqueño pese a la influencia incaica. Cerámica ariqueña, costera, se encuentra junto a la altiplánica en muchas de las ruinas de la sierra, como
Huaihuarani para poner un ejemplo bien concreto.
Sin embargo, la cerámica Charcollo (
foto) es principalmente un hallazgo serrano, con alguna presencia en los sitios bajos. Eso se comprendería si los cacharros decorados fueran bienes de prestigio, pero la burda confección y decoración del estilo Charcollo no es particularmente atractiva. Esta cerámica aparece en el Intermedio Medio (año 650), como resultado la ocupación de la sierra por parte de etnias ariqueñas o de las primeras migraciones de poblaciones altiplánicas cuando el Tiwanaku iniciaba su decadencia, antes de que se establecieran los Señoríos Regionales (Romero).
Aunque un experto me confesó que se escribe poco de Charcollo porque se sabe poco, parece que estaríamos hablando de la primera cerámica ariqueña propia de la sierra, significando algo así como la primera manifestación más o menos auténtica del ariqueñismo, sin duda no desligado de la influencia altiplánica; en este sentido comparable con el rol de
Las Maytas en los valles bajos. Sin duda soy el menos indicado para plantear una hipótesis de esta naturaleza y me limito a repetir lo que me han dicho, pero eso no invalida mi curiosidad por saber un poco más de esa gente que parece haber sido tan especial. Por eso quise visitar el cementerio de Charcollo, pero, para mi sorpresa, los lugareños no sabían de su existencia y sólo lo encontramos en una porfiada caminata siguiendo imprecisas informaciones extraídas de la literatura.
Pero sospecho que los párrafos anteriores no son muy comprensibles para el lector porque es un tema muy rico (complejo) y árido. Dediquémosle algunas líneas, reconociendo que deberé hacer generalizaciones y dar fechas no precisas pues no soy un experto ni éste es un tratado académico, pero sí es el único intento que conozco por hacer que el público tenga acceso a esta información y tal vez así pueda valorar los “cacharros” que desenterró un amigo y el perjuicio que hacen los
huaqueros y aquellos agricultores que no valoran nuestro pasado. Como dijo Luis L’Amour: “
El conocimiento es como el dinero: para que sirva debe circular”.
La cerámica prehispánica en Arica
Hay una nota que resume el tema con mayor énfasis en la descripción de los estilos (
nota). Si alguien quiere profundizar en este tema, tiene la obligación de revisar el artículo de Mauricio Uribe, en la Revista Chungara, 31(2);1999. Una obra de difusión cultural como la que está leyendo, escrita por un intruso en la materia, no debe llenarse de citas bibliográficas para no distraer la atención del lector, pero esa publicación debe destacarse por la tremenda y eficiente gestión sintética que consigue.
La cerámica aparece, en todo el mundo, con la sedentariedad, la urbanización y la intensa carga laboral que trae la introducción de la agricultura y Arica no es una excepción. Hace unos 3.000 años o algo más, nuestra población costera (
Chinchorros), con una indefinible influencia altiplánica y/o del sur del Perú actual, inicia la etapa agrícola en las fases denominadas Azapa y poco después en Faldas del Morro y El Laucho. Además de la incorporación de una metalurgia elemental, se empiezan a fabricar ceramios utilitarios primitivos, no decorados, en forma de calabazas. Estos siguen siendo primitivos y carentes de decoración durante la
Fase Alto Ramírez, del
Intermedio Temprano e intensa influencia altiplánica, la primera gestión ariqueña hacia una consistente economía agropecuaria.
Siguen por lo menos 5 siglos en los cuales la evidencia arqueológica es muy pobre y/o no muestra progresos, hasta que a principios del siglo V aparecen en nuestros valles los
cabuzas, de “inspiración” altiplánica (por no decir “origen”) y anteriores a la etapa expansiva del Tiwanaku. Ellos introducen la cerámica decorada en Arica (líneas negras sobre un fondo rojo) (
fotos) y la agregan a las ofrendas funerarias. Luego viene el Tiwanaku Clásico (
Período Intermedio Medio), no directamente desde el altiplano sino a través de su núcleo de poder en Oma, en el valle de Moquegua, en la frontera con el Imperio Wari. El Tiwanaku Clásico tiene poca representación cerámica en nuestros valles y aunque no se integra mucho con nuestra población, la influencia fuertemente, en particular a Cabuza en los valles y a Charcollo en la sierra. De hecho, Uribe agrupa a las tres en la Tradición Altiplánica Tiwanaku. El parentesco de la cerámica entre Cabuza y Tiwanaku no es discutido, pero éstos se mantienen contextualmente alejados de aquellos. Charcollo se relaciona en lo que es calidad de las pastas con Cabuza y además se le encuentra en lugares dominados por Tiwanaku como Moquegua e Ilo al sur del Perú y hasta en Cochabamba (Bolivia).
Pero Charcollo sigue siendo difícil de comprender, pues muestra parámetros técnicos que lo alejan de lo Tiwanaku y de los que son propios de lo ariqueño.
Un par de siglos antes de que se inicie el Intermedio Tardío, más o menos cuando en la sierra aparece Charcollo, empieza a manifestarse el germen del ariqueñismo valluno en el siglo IX con la Fase Las Maytas, con una cerámica que antecede a, pero que está artísticamente emparentada con la de Chiribaya de Ilo (
foto). Su cerámica comparte espacialmente los cementerios Cabuza, pero no se encuentra en las mismas tumbas que Cabuza y Charcollo y mucho menos con Tiwanaku Clásico, demostrando una fuerte pero no consolidada tendencia a distanciarse de lo altiplánico.
El colapso del Tiwanaku permite la emergencia de la Cultura Arica del Intermedio Tardío a partir de Las Maytas en el siglo XI, pasando tal vez Charcollo a ser su manifestación serrana. La última, por lo menos a juzgar por la cerámica (
foto), no se limitó a la quebrada de Oxa, sino que también se hace presente en otros sitios serranos vecinos, como
Huaihuarani (cerca de
Belén) y
Laco Alto y
Caillama, cerca de
Chapiquiña. Las Maytas perdura y demostrando su afinidad con lo ariqueño, aparece hasta en las mismas tumbas de San Miguel.
Para el Intermedio Tardío (Cultura Arica), lo básico es distinguir dos tradiciones principales propias de Arica:
San Miguel en el valle y posteriormente
Gentilar en la costa (
foto). Una variante, que casi podría definirse como una “moda” en el ámbito Gentilar, pero que también afecta a la tradición San Miguel, es el estilo
Pocoma, bastante complejo y cuya mera existencia me plantea muchas interrogantes. A este período hay que agregar el ya mencionado estilo Charcollo y la cerámica Chilpe (negro sobre rojo) proveniente de los Señoríos Regionales altiplánicos de los aymaras que arrasaron con el Tiwanaku y antes de que aparecieran los Incas. Se citan muchos argumentos para demostrar que éstas no fueron etapas excluyentes: hay ceramios con un ordenamiento general propio de Las Maytas pero con elementos decorativos propios de San Miguel. Según Uribe, San Miguel ya es una sólida expresión del ariqueñismo, pues Las Maytas no había logrado desprenderse de la influencia estilística del Tiwanaku.
La cerámica no decorada prácticamente desaparece cuando Alto Ramírez (
Intermedio Temprano) languidece hasta desaparecer tras el surgimiento de Tiwanaku (
Intermedio Medio). En este período y a principios del
Intermedio Tardío, todo es decorado, pero en etapas tardías de la Cultura Arica, cerca de la costa reaparece una fuerte tendencia a no decorar la cerámica, por motivos que desconozco (
foto).
Para el Período Tardío (incaico), la cerámica Saxamar definida por Dauelsberg para Arica, es propia de poblaciones altiplánicas (aymaras) del territorio Pacaje y Carangas (
mapa). Aparece, entonces, después del estilo Chilpe, pero ambas se agrupan en el concepto “negro sobre rojo” porque, más allá de los colores, provienen el altiplano y su presencia en nuestras tierras demuestra la intensa interacción entre los aymaras y las etnias “ariqueñas” (yungas) de la costa y valles. Se caracteriza por una pasta sofisticada que emite un sonido característico cuando se golpean dos trozos de ella, con un decorado típicamente compuesto por figuras estilizadas de llamitas negras. El elemento más característico es la escudilla (
foto).
Todo esto debe parecer muy confuso, pero no se desanime: el concepto que quiero enfatizar es que Arica ha sido siempre tierra de encuentros de etnias que interactuaban cultural, comercial y territorialmente. Es habitual encontrar en nuestra sierra trozos de cerámica Charcollo, San Miguel, Gentilar, Pocoma, Chilpe y Saxamar en un mismo poblado.
En general, va cambiando en forma relativamente brusca la etnia que ejerce el poder, pero no tanto la forma de vivir de las otras y menos la constitución genética de los ocupantes de nuestros valles. Si lo que me han informado acerca de la relación entre
Las Maytas y Cabuza es correcto, éste sería un claro ejemplo de lo anterior.
Sigue siendo enredada mi explicación, porque Arica es así: confluencia e interacción de etnias de distintos nichos ecológicos, crisol de culturas peculiares e integración que involucra gente, altitudes, latitudes y etapas culturales a través del tiempo. En un momento dado aqui coexisten elementos de todas esas dimensiones (
nota). Por eso Arica es tan especial a nivel planetario. Por eso no nos comprenden los chilenos...
El cementerio y poblado de Charcollo
Pues el año 2002 llegamos al cementerio de Charcollo y su acceso fue mucho más fácil de lo que habíamos supuesto. Parte de él ha sido "perturbado" utilizando las piedras de los nichos funerarios para construir unos corrales, pero quedan decenas de tumbas, consistentes en un recinto cilíndrico semi-subterráneo de paredes elaboradas por pircas de piedras y techadas por piedras planas extraídas de una cantera ubicada en una quebradilla cercana.
Generalmente agrupadas en complejos de 4 o más tumbas, con una estrecha puerta a ras del suelo con dintel de piedra plana y que mira hacia el oriente, todas han sido vaciadas. Hay algunas tumbas individuales, más grandes, que no tienen puertas y otras también grandes rodeadas de otras más pequeñas (
fotos). Esta sutil diferencia de estilos se hace más evidente cuando, tras fotografiar decenas de trozos de cerámica primitiva, se nos aparecen trocitos de pasta más sofisticada y decoración multicolor bien elaborada en líneas rectas, curvas y círculos con colores rojo, amarillo y negro, propia de los asentamientos de la Cultura Arica del Intermedio Tardío cerca de la costa. También encontramos algunos trozos de cerámica altiplánica preincaica (Chilpe). Aqui llegó la influencia de la costa y también la del altiplano, pero la propia de Charcollo poco trascendió a la costa.
.
Debo resaltar el interés con el que mis amigos ticnameños, Oscar y Bernabé, quienes dudaban de la existencia del sitio, exploran respetuosamente el lugar y elaboran sus propias conclusiones. ¿Cómo es que los chilenos hemos conseguido desligar de su pasado a los dueños originales de este territorio? Pero nuestra gestión conjunta hace que el entusiasmo por comprender lo que sucedió crezca con fuerza. He aqui el tenor de nuestro intercambio de ideas en el terreno:
Al otro lado de la quebrada de Oxa, hacia el oeste, en una explanada a unos 50-100 metros del
talweg ("fondo" o "piso") del valle, identificamos las ruinas de un poblado que suponemos que es donde vivían los que dejaban a sus muertos en el cerro Charcollo. Un centenar de recintos circulares delimitados por pircas de piedras amontonadas con poco esmero y sin argamasa, dotadas de los tres típicos estilos de batanes (morteros): circular profundo, superficial y rectangular (
fotos) y con escasa cerámica primitiva --a lo más con decoración de líneas rojas burdas sobre la superficie no trabajada de la greda-- parece confirmar nuestra suposición. Pero siempre habrá interrogantes: ¿porqué hay cerámica más sofisticada en el cementerio?: suponemos que es por el afán de ofrendar a los muertos lo más "fino", "importado" de la costa y/o porque poblaciones más evolucionadas ocuparon con posterioridad el cementerio (¿
chullpas redondas, sin puerta aparente?). Hay algunas pocas cistas funerarias semisubterráneas entre el poblado y la quebrada, pero cuando don Oscar intenta acortar camino por donde menos uno lo hubiera pensado, tal vez por darse el gusto de pasar cerca de su potrero de
Putu Putu
, se enreda en una serie de quebradillas y de pronto hace un hallazgo espectacular, insospechado pese a haber pasado su niñez pastoreando en la zona: cuatro recintos funerarios rectangulares casi idénticos, uno al lado del otro pero separados entre sí, con su eje mayor (4m) orientado al sur, con cámara de techo formado por rocas planas y todos provistas en su interior de tres pequeños nichos cuadrados, los que evocan vagamente a las "hornacinas" incaicas, pero a ras del suelo. La cámara techada, de 210x90cm y unos 120cm de alto, se abre ampliamente hacia un "patio" sin techo, el cual tiene una puerta lateral que mira al oriente (
foto). No hay más, nada más en los alrededores. Aunque no soy ningún experto, he recorrido harto territorio precordillerano y nunca había visto algo así. Hemos decidido no revelar las coordenadas para evitar destrozos y reservar la información para los expertos que se comprometan a no pintar las estructuras con sus blancos números identificadores.
Nos quedamos con ganas de averiguar más, pero no nos corresponde explorar el subsuelo porque las excavaciones deben ser hechas por los expertos. En cambio, y ciertamente con más fuerza, la plana cima del Tangani, donde hay peculiares restos de ocupación prehispánica, nos llama con insistencia. Uno de nosotros explora sus laderas y define una vía para abordar la cima, a la vez que encuentra un recinto funerario diferente de los cuatro tipos que ya hemos encontrado en Charcollo. ¿Qué enredo étnico hubo en la zona? ¿Hay alguien que pueda informar a los ticnameños acerca del pasado de su territorio? Este pertenece a los "indios" (calificativo que hoy se exhibe con orgullo) y ellos tienen la obligación de cuidar a sus remanentes, pero no lo harán si no se les hace comprender la riqueza de su patrimonio. Nadie ha autorizado a ningún estrato intelectual de “q'aras” (individuo extraño a lo que es aymara) para que guarde para sí el conocimiento de las reliquias arqueológicas.