En el texto de este e-book no he podido expresar con la debida fuerza cuán diferente fue el Mundo Andino en comparación con LA verdad mística, social y ética del Mundo Occidental. Comentarios de lectores y largos intercambios epistolares acerca de lo humano y lo divino con personas que aprecio, me han enfrentado a una muralla conceptual sustentada por presunciones místicas y otras más allá de lo religioso, como si lo nuestro, lo "civilizado", fuera LA verdad y la andina hubiera sido una sociedad "primitiva", término que sugiere que si hubieran tenido tiempo habrían evolucionado hacia lo único que en forma presuntuosa creemos que es lógico: nuestra manera de vivir. En contraste, propongo desde ya que el Mundo Andino fue una sociedad "desarrollada" para su ámbito peculiar aunque -como todas- con un potencial de evolución ulterior que fue cercenado por el fundamentalismo de los invasores.
Para traspasar esa muralla, habría que destruirla -o más bien, deconstruirla- ladrillo por ladrillo, creando confrontaciones inútiles e intrascendentes. Intentaré otra alternativa: Supongamos que un extraterrestre trata de entender a la humanidad. Si aterriza, se encontrará con murallas. Si en cambio desde el espacio recoge testimonios de pensadores terrícolas provistos de una retórica (arte de expresarse con propiedad y claridad) merecedora de cierto respeto universal y carente de las anteojeras que les ponían a los caballos para que no miraran para el lado cuando tiraban una carreta, podría casi llegar a comprendernos como una especie que, a través de diferentes vías y adorando a diferentes dioses, sigue a lo largo de su aventura cultural patrones comunes que nos identifican como humanos, con bemoles que nos identifican como etnias (concepto que no sólo involucra raza -genes- sino creencias, costumbres, conciencia de ser; cosmovisión en definitiva). Tratemos de averiguar si la visión del conjunto sirve para comprender las peculiaridades y preguntarnos si nuestra "verdad" no es más que sólo una de ellas.
¿Suena complejo? Creo que sólo para quienes portan anteojeras, educados en un ámbito alienante y alimentados con fechas, nombres, gestiones y batallas más que con conceptos, relaciones causa/efecto y esa terrible palabra: Filosofía.
Una amiga culta y bien intencionada me insta a tratar de llegar a la juventud. ¿Cómo hacerlo, si para eso se necesita un lenguaje común que sirva para comunicarse y no olvido que -aunque haya pasado mucho tiempo- a mí sólo me enseñaron un alfabeto primitivo, útil para conseguir pan, albergue y pareja, pero insuficiente para comunicarme con el mundo de las ideas. Si algún joven lee lo que propongo, le prometo que no "pasaré materia", sino que trataré de explicar una aventura fascinante sin citas pretenciosas ni afanes fundamentalistas. El objetivo: un modesto intento por comprendernos a nosotros mismos como individuos de una secta y así tener un punto de partida desde el cual podamos apreciar lo esencial de los andinos. No veo otra manera prudente de anular a las murallas conceptuales.
No puedo dejar de mencionar a algunos de los pensadores que me han inspirado y/o aportado definiciones comprensibles a ideas que flotaban sin forma en mi pensamiento. Para esta primera etapa, mis respetos a Karl Jaspers, psiquiatra alemán que en la primera mitad del siglo XX fue uno de los fundadores del existencialismo. Con el perdón de los sabios, diría que ésta es una corriente filosófica que prioriza el "estar" sobre el "ser" y por lo tanto postula: "estoy aqui" más que "soy de aqui" y en consecuencia soy un individuo concreto, consciente de serlo y no tengo anteojeras; puedo ser subjetivo y elegir en forma personal pues mi sino es la libertad. No tengo conocimientos suficientes para decidir si ese es mi credo filosófico entre tantos otros y entiendo que a Jaspers no le gustaba que lo encasillaran en un escuela filosófica, pero en su tedioso libro, "Orígenes y Meta de la Historia", encontré algunos de mis argumentos.
Demoraremos más que un poco en volver a los andinos. Primero, entendámonos entre nosotros.
La Aventura Cultural de la Humanidad
Matizando lo expuesto por Jaspers (quien apenas menciona a los andinos de paso), el hombre, en el contexto de la especie Homo sapiens que no ha sufrido ninguna transformación biológica esencial, ha tenido cuatro etapas culturales comunes a lo largo y ancho del planeta:
1º Etapa de Jaspers: Prehistoria. Aparece el lenguaje y la utilización del fuego y las herramientas. Los fenómenos naturales escapan a nuestra comprensión y nos limitamos al asombro, al temor y más tardíamente a una interacción mágica con ellos. Aqui caben los Neandertales, los Cromagnon y, más tardíamente, los cazadores-recolectores de nuestro altiplano oriental (cueva de Akenasa de hace unos 10.000 años), los de la sierra ariqueña cuyos vestigios de hace 9.500 años encontramos en un alero de Tototojone cerca de Belén, el Hombre de Acha asentado desde hace 9.000 años al otro lado de la Carretera Panamericana, frente al Aeródromo El Buitre y por cierto, nuestros Chinchorros de la costa ariqueña de hace unos 7.000 años. Ellos se continuarán --hace unos 4.000 años-- con nuestros aborígenes de Caleta Quiani y posteriormente Faldas del Morro y El Laucho, quienes inician tímidamente la agricultura y la confección de cacharros de arcilla, en un gradual proceso que transforma a las bandas en comunidades primitivas que empezarán a experimentar con la agricultura, aunque en el resto del mundo ya se había llegado más lejos en lo cultural.
Coincide la semi-sedentariedad de nuestros Chinchorros, producto de la abundancia del recurso alimentario recolectable, con los asentamientos humanos más o menos estables en el valle del Nilo, protagonizados por nómadas de lo que hoy es desierto y quienes, forzados a migrar por cambios climáticos, encontraron una forma de vivir en las riberas fértiles producidas por las crecidas del río.
2ª Etapa de Jaspers:Primeras grandes culturas. Cuando hace unos 5.000 años (miles más o miles menos) en los Andes se iniciaba la domesticación de los auquénidos y una tímida agricultura, al otro lado de los océanos se desarrollaban complejos culturales más sofisticados: en el Egeo, en Egipto (ya organizado hasta el punto de establecer dinastías y pronto aparecerían las primeras pirámides), en Mesopotamia (sumerios y babilonios), en el Indo (cultura prearia) y más tardíamente en China.
Esto ocurre en menor escala en nuestra América. Hace 4.600 años nuestra primera "gran ciudad", Caral, en el valle de Supe al norte de Lima, si bien más primitiva pues no hay siquiera vestigios de cerámica, debe haber albergado a unos 10.000 habitantes y revela una sofisticación arquitectónica propia de sociedades gobernadas por un Estado bien constituido, con plazas ceremoniales, escalinatas, varias pirámides, templetes semi-subterráneos y un complejo residencial, todo construido con piedras, barro y troncos. Se cosechaba calabazas, algodón y variedades de leguminosas irrigadas por complejas instalaciones. Luego, hará unos 3.000 años, aparece en el norte del Perú la sociedad que hizo de Chavin de Huantar un centro ceremonial y de intercambio entre la costa y la sierra, mientras en Arica apenas se definían comunidades más entusiasmadas por la agricultura que las de Faldas del Morro y El Laucho, como la "Fase Azapa", pero lejos de ser una "gran cultura". Pronto veríamos aparecer a las culturas regionales de Paracas-Nazca, Moche al norte del Perú y los primeros ¿reinos? de las riberas del Titicaca (Chiripas, Wankaranis y Pukara). Lo que después será el Imperio Tiwanaku está en pañales y nos vamos quedando atrás...
Pero, retomando el argumento básico, se puede observar un patrón general que afecta tanto al mundo allende los océanos como a nuestro aislado Mundo Andino. Estas primeras grandes culturas tienen características similares, las que deben mirarse como analogías y no como una evolución simultánea del espíritu humano, aún no plenamente manifestado según Jaspers. Este patrón implica, por lo menos:
a) Una eficiente administración estatal centralizada, basada en un pueblo que tiene consciencia de unidad, con un idioma y mitos comunes.
b) Un concepto religioso mágico sin profundidades filosóficas, esperanza de salvación del alma ni oportunidad de salir hacia la libertad del libre albedrío ante las situaciones de crisis.
¿Porqué este desarrollo social? Pues porque había también presiones similares en todo el planeta: causa-efecto y viceversa del crecimiento demográfico, había que controlar las crecidas de los ríos y elaborar sistemas de regadío para proteger la vida de la población (allende los mares, el Eufrates, Tigris, Hoang-Ho), lo que sólo puede conseguirse con la centralización del poder y el establecimiento de una burocracia gubernativa, lo que termina a su vez generando un Estado.
Hasta aqui llegamos con las similitudes entre los andinos y los del otro mundo (cuadro sinóptico) pues allá aparecen dos elementos trascendentes que no llegarán al Mundo Andino: la escritura (cuya importancia es tan obvia que no requiere comentarios) y el caballo. La primera aparece hace unos 5.300 años entre los sumerios, muy poco después entre los egipcios y luego en China.
Los caballos sirven para definir el inicio de una marcada diferenciación del Mundo Andino, aislado del resto del planeta. En vez de caballos, los andinos tuvieron a los auquénidos; ya volveremos a ellos.
Caballos. Su relación con las culturas no americanas es un tema interminable, como lo expresa una de tantas citas: "donde quiera que el hombre haya dejado sus pisadas en su largo ascenso desde la barbarie hasta la civilización, encontraremos la huella de su pezuña al lado de ella". Muchos otros le han atribuido un importantísimo rol en la "civilización de ellos", pero los andinos pudieron progresar -a pesar de y gracias a su ausencia- de una manera autóctona.
El caballo fue tal vez primero utilizado como alimento, pero por lo menos hará unos 5.500 años que fue domesticado, con alguna sugerencia de que aun un par de miles de años antes pudo haber sido utilizado como montura en Ucrania, si bien en general, antes de montarlo, se le utilizó como bestia de tiro. El más antiguo criadero de caballos que se conoce existió en las planices de Kazakhstan, al este de los Montes Urales. La evidencia es clara en cuanto a demostrar que ya en esa época existía el caballo domesticado, el que pudo haber servido de alimento, proveedor de leche y muy posiblemente ya se los montaba. Hace ya 4.000 años había caballos domésticos en Babilonia. Como sea, una vez que hubo jinetes y carros de guerra tirados por caballos, el mundo de por allá cambió. Basta recordar a los Hicsos, nómadas provenientes de Siria y Palestina, quienes a caballo y con carros de guerra conquistaron al Antiguo Imperio de Egipto y sólo logró expulsarlos Amosis I con tropas que, tras un largo refugio en los orígenes del Nilo, habían ya incorporado a los equinos en sus ejércitos.
El caballo permitió la exitosa proliferación de pueblos nómades desvinculados del terruño, conocedores de la vastedad del mundo y tal vez comandados por quienes mejor utilizaban o multiplicaban este recurso.
Auquénidos. Absolutamente en el otro extremo se encuentra el animal que los dioses le regalaron a los andinos. Es bien sabido que el precursor no-montable del caballo se extinguió en América con la llegada de los primeros inmigrantes y que el animal que hoy conocemos sólo llegó con los españoles. También en esa época pretérita (inicios del Holoceno, el último período geológico del planeta, hace unos 10.000 años) se extinguieron otras piezas de caza mayor, lo que obligó a centrar la atención de nuestros antecesores de la época -cazadores que demorarían milenios en "inventar" la agricultura- en los auquénidos.
Si los del otro mundo domesticaron a los caballos, los auquénidos "domesticaron" a los andinos y los hicieron apegarse a e identificar su vida con el terruño en un estilo de trashumancia cíclica que poco estimulaba explorar las vastedades del planeta. Si bien más tarde aparecerían los caravaneros, éstos se movían en el ámbito andino y hasta donde sabemos no se entusiasmaron por los territorios desconocidos.
La caza de auquénidos salvajes ya estaba establecida como una rutina hace unos 8.000 años. Poco a poco los andinos fueron conociendo mejor a su presa, se adaptaron a sus costumbres y de alguna manera consiguieron domesticarlos y establecer con ellos una relación simbiótica. A diferencia de las vacas, los auquénidos pueden cuidarse solos (no necesitan que el hombre les provea su alimento), pero los hombres que de ellos vivían los cuidaban cuanto podían y estaban obligados a seguirlos en su peregrinaje en busca de mejores pastos (se trasladan a las tierras altas durante la primavera y el verano y bajan a alturas intermedias para pasar el invierno y otoño), de manera que los andinos siguieron siendo más o menos nómadas, pero ahora atados a la suerte de los camélidos y a la vez éstos no les exigían tanto tiempo como para que no pudieran dedicarse a otras faenas, como el cultivo de tubérculos como papa, oca, mashwa y olluco (foto) y algunos granos como la quinua y qañiwa (foto), que es casi lo único que se puede cultivar en el altiplano.
Así domesticados los animales y los humanos en los Andes, ambos de vida trashumante pero en un nicho ecológico delimitado, hace unos 4.000 a 6.000 años grupos más o menos sedentarios pero obligados a seguir el ciclo de traslado de sus rebaños, empezaron a crecer en cantidad (gente y ganado) y calidad (alpacas y técnicas agrícolas incipientes), a la vez que cambios climáticos reducían la capacidad productiva de la puna altiplánica, viéndose obligados a expandirse hacia otros lugares de pastoreo, creciendo en extensión territorial y alejándose cada vez más de sus lugares de origen. Hace algo más de 4.000 años, los andinos aprendieron a usar a los auquénidos como animales de carga. Agréguesele unas cuantas papas (que se empezaron a plantar hace unos 6.000 años) y la riqueza nutritiva de la quinua (buen sustituto de la carne, con 15% de proteínas) y se tienen los elementos que gatillan una explosión demográfica de entes simbióticos trashumantes (humanos y auquénidos), sin que se basara en un gran desarrollo de la agricultura ni implicara una sedentariedad más o menos estricta como es el caso de las sociedades complejas de otras partes (Mesopotamia y Mesoamérica especialmente).
En la cuenca del Titicaca ocurrió pues algo extraordinario: se formó una sociedad compleja de una manera muy, pero muy diferente de lo que pasó en el resto del mundo y todo gracias a los auquénidos. El patrón trashumante que se inició siguiendo las migraciones cíclicas de los rebaños salvajes se mantuvo con la domesticación de los auquénidos y se extendió con la explosión demográfica y la utilización de los auquénidos como animales de carga, de manera que hace casi 5.000 años ya llegaba quinua y pieles de vicuña a la costa ocupada por los Chinchorros. Así nació la compleja economía andina circuntiticaca basada en centros de poder asentados en terrenos poco aptos para la agricultura pero bendecidos por la posibilidad de enriquecerse (colectivamente) sobre la base de auquénidos, papa y quinua y conectados gracias a los auquénidos con tierras bajas escasas pero riquisimas, proveedoras de maíz, algodón, calabazas, ají y productos del mar.
Así pues, no bien salidos de la prehistoria, la ausencia de escritura y caballos pero la existencia de los auquénidos marcó un rumbo muy diferente para el Mundo Andino (foto). Con la total omisión del rol de los auquénidos, mi libro-guia, "El Origen y Meta de la Historia" de Karl Jaspers, pierde su pretensión universal y se hace sectario, un modelo sólo aplicable al mundo de los otros, los no Andinos. Pero no lo abandonaremos pues nos sirve para entender a "los otros" y al final volveremos a lo nuestro, pero con otro guia.
3ª Etapa de Jaspers: El Tiempo-Eje. Decíamos, siguiendo a Jaspers, que la humanidad sigue un curso similar en su evolución cultural. Hasta la incorporación del caballo y los auquénidos tuvo una cronología similar en los Andes, sólo que Jaspers -fruto del pensamiento occidental al fin y al cabo- no se percató que los últimos incorporaron una variante trascendental que hace que su teorema no sea enteramente aplicable a lo andino. Pero ya advertí que no puede comprenderse a lo andino sin entender qué somos como occidentales, por lo que seguiremos las ideas de Jaspers para conocernos mejor.
La más trascendental de ellas -y que le otorga su prestigio- es la del concepto de Tiempo-Eje, el cual ubica entre los años 800 y 200 a.C. Hasta entonces hay sociedades, estados y creencias, pero éstas no dan espacio al desarrollo del espíritu humano. Para él, como buen existencialista, lo último rima con individualidad. Esta advertencia es pertinente pues precisamente el Mundo Andino eligió la supresión de la individualidad, pero no rezagándose a lo "primitivo" (como antecedente evolutivo de la "civilización"), sino que construyendo una "civilización" basada en lo colectivo. Esto quedaría más claro tras una lectura de lo que he expuesto a propósito de la cosmovisión andina y del drama indígena tras la conquista y lo que agregaremos al final de estas páginas.
Volviendo a lo no andino, Jaspers establece que la Prehistoria es tierra ignota que apenas se vislumbra a través de objetos inmateriales y conjeturas, en contraste con la Historia, un hito cultural marcado por la constancia del pasado, que coincide con la escritura y en consecuencia sólo tiene unos 5.000 años. La historia es, dice: "el pasado claro para los hombres, el ámbito de apropiación del pasado, la conciencia del futuro". Usando una retórica inversa, adjunta algo así como que la prehistoria es pasado, pero no es pasado trascendente, consciente, capaz de proyectarse ideológicamente hasta hoy; es sólo un ingrediente.
Podríamos conseguir otras definiciones, pero ésta es suficiente para nuestros propósitos. Pues bien, para demostrar que la humanidad sigue el mismo patrón evolutivo pese a la diversidad de sus manifestaciones actuales, debe haber una instancia, un momento común, tras el cual la humanidad ("de ellos", no andinos agrego) encuentra la espiritualidad que hoy la caracteriza. Ya explicaré la trascendencia de esa espiritualidad. Esa instancia forma al hombre moderno "de ellos" y tal vez Jaspers tenga razón, si yo estoy equivocado al creer que la evolución cultural andina traspasó el límite del primitivismo.
Aqui hay que hacer un comentario de importancia antes de evaluar la validez del Tiempo-Eje. Peyorativamente, Jaspers establece que éste determina una especial evolución inexorable que dignifica al humano y termina con la Edad de Mito, durante la cual los hombres "creían conocer mitos e imágenes, los proyectaban a sus vidas, veían en ellos paraísos perdidos, grandes crisis como la confusión lingüística tras la Torre de Babel y emanaban inspiraciones y enseñanzas de los seres superiores". Bueno para los otros, pero los andinos elaboraron una evolución cultural donde la espiritualidad y la individualidad consecuente no sólo estaban ausentes, sino que eran nocivas para su civilización, a la vez que los mitos sustentaban a su universo. ¿Qué sólo la Historia involucra una consciencia elaborada del futuro? Tal vez, pero ¿Qué si acaso el futuro no es lo que viene sino lo que fue, si los humanos no avanzan hacia dimensiones desconocidas sino a una especie de reverberancia helicoidal del pasado? (otra vez, ver Cosmovisión Andina). Puede que no nos guste su manera de vivir, pero sólo los andinos demostraron que se puede progresar demográfica y socialmente en el hostil ámbito ecológico que les tocó. El individualismo que trajo el Tiempo-Eje de Jaspers tal vez habría reducido a los andinos a la condición de míseros salvajes en todo el sentido de la palabra, en vez de construir una sociedad progresista, potencialmente evolutiva (ya trataremos este aspecto), económicamente sustentable y con excedentes que retornaban con justicia a la comunidad (según sus propios parámetros, pero de todos modos sin los abusos y ostentaciones de los mandamases occidentales). Claro que su justicia no era la nuestra, pero era justicia.
En último término, ¿existe una justicia universal? Jaspers diría que sí, pero los andinos aun sufren miserias -como nunca sucedió en el pasado- cuando ésta se les impuso.
Pero vamos a lo del Tiempo-Eje "de ellos" (cuadro sinóptico). Decíamos que éste define un momento en que el ser humano experimentó una revolución irreversible: se consolidó la espiritualidad que libera al individuo. Hay varias versiones del Tiempo-Eje, como la de Alfred Weber, que lo asimila a la aparición de los caballos. Otra es la prevalente, la versión cristiana y otra más racional es la versión histórica de Jaspers.
El Tiempo-Eje religioso. Sin duda la iglesia cristiana es, en términos aplicables a las masas, la máxima expresión cuali y cuantitativa de organización del espíritu humano. Cristo aparece entonces como el eje de la historia en el mundo occidental. El mensaje cristiano se basa en la apertura intelectual de la filosofía griega, en el pragmatismo y capacidad organizativa de los romanos y en los supuestos religiosos del judaísmo. Jesús es, precisamente, el último de una serie de profetas judaicos de menor trascendencia. El sincretismo religioso romano y el aporte de nuevas concepciones filosóficas de San Agustín y las peculiaridades de Hegel (entre otros) configuran el pensamiento cristiano: "el trayecto de Dios a través de la historia". Basta ver cómo el calendario nuestro domina al mundo.
Pero hacer de Cristo el eje de la historia implica trasladar los eventos que liberan al espíritu humano a una época tardía, simplemente descartando los eventos históricos que ya describiremos. Por lo demás, la espiritualidad de la India y de China se desarrolló antes de y al margen del cristianismo.
En favor de la ubicación cronológica religiosa del Tiempo-Eje debemos reconocer que, a partir del siglo III, las grandes religiones dogmáticas fueron la base de la unificación política. Es obvio que, a partir del 224, la religión iránica sustentó al Imperio Sasánida (Persia). Algo similar ocurrió en el mundo occidental a partir del primer Emperador Romano que se hizo católico, Constantino (año 325, más o menos) y con el Imperio Árabe con el islamismo, a partir del siglo VII. Pero también es obvio que éstas son interpretaciones sesgadas de la historia, contaminadas por un intento por imponer la exclusividad de su "verdad" religiosa. No voy a negar o apoyar argumentos religiosos, sino a darles una perspectiva más amplia, precisamente para que todos nos entendamos mejor.
En lo personal, cada cual es libre para creer o no creer en un Dios, pero no se encuentra una sustentación histórica para hacer de una de sus versiones EL único Dios. El extraterrestre que propuse para que nos estudiara en base a la evidencia disponible, encuentra a individuos abanderados a una religión, agnósticos no abanderados y ateos, pero reconoce que las masas tienen un Dios y que éste es tan poderoso que emerge con fuerza -y con sólo variantes- en distintas sociedades ya modernas (espiritualizadas, posteriores al Tiempo-Eje de Jaspers). El Dios de los humanos a partir de cierta época -tal vez concluya quien nos observa- sabe abrirse caminos y portar vestiduras muy diferentes, "es como si Dios advirtiera a través de la lengua de la historia universal contra la pretensión de exclusividad" (Jaspers).
No me refiero al panteísmo, sino a lo inadecuado que resulta que la exclusividad del pensamiento religioso de un grupo sirva como Tiempo-Eje aplicable a la humanidad entera (Jaspers).
El Tiempo-Eje histórico de Jaspers ¿Existe acaso un Tiempo-Eje -evento que transforma para siempre a la humanidad- aplicable a todas las creencias, a todos los dioses y aun a los solitarios ateos? ¿Es posible definir una etapa de la evolución de la humanidad en la cual el hombre -crea lo que crea en lo religioso y pertenezca al pueblo que sea- adquiere su máxima expresión espiritual, capaz de perdurar hasta hoy? Esta inquietud no es banal si hemos de contrastar al Mundo Andino con el resto del Mundo y no sólo con el de los católicos.
Jaspers dice que sí, que el evento se sitúa entre los años 800 y 200 a.C. y me convence. En este período se observa una trascendente evolución que espiritualiza el pensamiento humano: aparecen los primeros filósofos. Se reconoce que el mundo es atrozmente inexorable y el humano es impotente ante éste; el hombre se pregunta cómo enfrentarlo más allá de lo material y de la subsistencia y se propone objetivos espirituales de alto nivel. En definitiva, aunque las masas seguirán alimentándose de mitos hasta hoy, la inexorabilidad del mito termina, pues hay hombres que lo enfrentan y algunos de ellos elevan la categoría de Dios a un nivel más desarrollado, pues agregan a su culto principios éticos. En definitiva, el humano se atreve a adquirir consciencia de sí mismo como individuo capaz de elegir su camino. Aparece aqui, en el mundo "de ellos", la individualidad que habría destruido al Mundo Andino que conocimos.
Precisamente aqui, después de los caballos y auquénidos, el andino se diferencia del resto y Jaspers se equivoca a medias. Los andinos no pasaron por el Tiempo-Eje, argumenta. Los andinos habían consolidado su cosmovisión de tal manera que no había razón para considerarlo, argumento yo en mi ignorancia. Tal vez lo harían algún día que no llegó, a su manera como propondremos, pero los "civilizados" del ámbito individualista les impidieron seguir su evolución natural y los destruyeron. Jaspers -occidental al fin y al cabo- dice que los pueblos que no pasaron por su Tiempo-Eje permanecieron "primitivos, anhistóricos" y con eso no concuerdo, aunque reconozco que es sólo un problema de definiciones.
¿Y en qué consiste el Tiempo-Eje de "los otros"? Pues en una impresionante serie de eventos. Por entonces, entre 800 y 200 años a.C., se viven los últimos momentos de la cultura egipcia y babilónica, carentes de la capacidad de reflexión que hace al hombre moderno y por lo tanto se extinguen paulatinamente, mergiéndose con la cultura Persa, el Islam y el Cristianismo. Pero no dejan de trascender, pues "montados en ellos" (Jaspers) los griegos y judíos crean los fundamentos del occidente.
Eventos del Tiempo-Eje de Jaspers. Estos se circunscriben a tres espacios geográficos: China, India y Occidente.
En China viven y aportan luces Confucio, Lao-Tsé y otros.
En la India aparecen las Upanisad (escrituras místicas y esotéricas que hablan de una alma universal, del propósito de la existencia y proponen soluciones), vive Buda y se ventilan tendencias filosóficas que van desde el escepticismo hasta el materialismo, sofismo y nihilismo.
En Irán, Zarathustra presenta al mundo como una campo de batalla entre el bien y el mal, lo fasto y lo nefasto (similar a la cosmovisión cristiana y en agudo contraste con la cosmovisión andina, donde la realidad reside en la interacción complementaria de los opuestos complementarios y si ganara uno u otro desaparecería la dimensión donde se desarrolla lo humano).
En Palestina aparecen los profetas Elías, Isaías, Jeremías, etc.
En Grecia, Homero, Heráclito, Platón y Arquímides.
A consecuencias de estas potentes luminarias que esclarecieron la mente humana, se gestan los Imperios Universales que se creen eternos pero terminan disolviéndose: en China, Huang Ti; en India, la dinastía Maurya y en el occidente los helénicos y romanos.
¿Curiosa? coincidencia: es la época del desarrollo expansivo del Tiwanaku en las riberas del Titicaca y del despótico Imperio Wari del norte del Perú, pero no parece que estos imperios estuvieran basados en una revolución de lo intelectual, sino en un ordenamiento socio-económico. La ética andina milenaria no se modifica, los dioses siguen siendo personajes míticos, el orden sigue basándose en la comunidad que no acepta la individualidad. También desaparecerán, pero serán reemplazados, en último término, por aymaras e incas, también carentes de la espiritualidad que impregna al resto del mundo. Repito: es otro mundo...
Lo Andino en Contraste con lo Occidental
Fueron católicos los que conquistaron a nuestro Mundo Andino. Dejemos a un lado a los otros Dioses de similar inspiración histórica y concentrémonos en cómo el concepto religioso crea una abrupta diferenciación entre la ética de los andinos y la de "los otros". Ya no podremos guiarnos por Jaspers, quien poco parece conocer de lo andino. Casi todo lo que sigue proviene de la riquisima producción del sociólogo Juan van Kessel. Hasta donde sé, nadie ha profundizado más en el mundo aymara chileno. Recomiendo la lectura de su artículo "Ritual de producción y discurso tecnológico", Revista Chungara,23;1989. Este es particularmente apropiado pues, además de la imposición religiosa y nacionalista, fue el cambio de la orientación del esfuerzo productivo del aymara lo que más impactó en la pérdida de su identidad.
Es pertinente recordar que el protagonismo de los aymaras aparece en el Mundo Andino hace menos de 1.000 años, tras el colapso del Imperio Tiwanaku y Wari. Sobrevivientes del primero pudieron haber iniciado la aventura incaica y a partir de mediados del siglo XV, los incas dominan a los aymaras, les asignan el control de Arica y así se destruye la Cultura Arica que floreció entre el colapso del Tiwanaku (inicio del Período Intermedio Tardío) y el dominio incaico (Período Tardío). No podría, por ahora, profundizar en la cosmovisión de nuestros pueblos antes del orden aymara.
En la Biblia (Gen.1) se establece que(26) "Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo". Luego(27), "Y creó Dios al hombre a su imagen". A ellos les dijo(29): "Llenen la tierra ysométanla...". Esto describe la idiosincrasia y ética cósmica del europeo pues, usando las palabras de van Kessel, "el mito cosmogónico es el resumen de la cosmovisión que inspira a una cultura". Por eso es que el occidental, creado a la imagen de Dios, se cree propietario del mundo y lo utiliza o explota como le conviene pues tiene permiso para someter a las demás especies animales y lo hace aun con las vegetales, sobre las cuales Dios no le otorgó poderes.
El aymara en cambio, es una manifestación más de la energía cósmica concentrada en la Pachamama y a su muerte será "reciclado". Carece de espiritualidad en el sentido occidental y es posible que entre ellos no haya existido el concepto de un "Dios Creador". La Pachamama es la divinidad principal que siempre existió, como el Dios de la Biblia pero sin su espiritualidad y connotación críptica. En otras palabras, nadie la crea, sino de ella nacen los hombres, las otras especies y todo lo que ve el aymara aparte de los cuerpos celestes. Todo eso tiene la misma madre y en consecuencia son todos hermanos. El aymara no tiene poder sobre el planeta, por lo que debe respetar y querer a sus hermanos no humanos o animados y de hecho mantiene muy buenas relaciones con ellos, los personifica, les habla y les agradece su utilidad y pide "licencia" para utilizarlos.
Eso es porque la Pachamama es la Madre de todas las cosas y seres, los ama aun cuando sean "malos". Los pisthacos quechuas y lik’isiris y k’arisiris aymaras que roban el "unto" a los solitarios en la sierra (nota) y otros demonios como los supay que atentan contra la gente y sus fuentes de sustento, son también hijos suyos y los ama así como una madre humana puede amar a su hijo delincuente. Pero, por madre que sea, la Pachamama es capaz de castigar severamente una mala conducta, pero lo hace en vida pues no existe el infierno y el ocio que supone la vida celestial de los elegidos no es concebible en el Mundo Andino. Hay que trabajar constantemente, siempre en un ámbito místico de respeto y obsequios a las identidades inmateriales, pues la Pachamama exige que se le cuide y que se la embellezca. Ella se hace respetar y no es insensible a los obsequios y adulaciones. Para los andinos no es un mito; es una "existencia" y parodiando el comportamiento de la naturaleza, es una Madre. Nótese que en la Biblia el Creador nunca figura como Padre.
Hay lugares en el ámbito quechua donde el caravanero debe explorar con un palo la superficie del terreno antes de evacuar sus residuos, a fin de no hacerlo en una de las "bocas" de la Pachamama y desatar su ira. Además ésta puede "agarrar" a un viajero, haciéndole que se canse y que no pueda llegar a un tambo (refugio o lugar de descanso) y quedar sin agua o expuesto a los ladrones de "unto" humano (grasa); o bien puede "golpearlo" (crearle un accidente), con funestas consecuencias.
¿Cómo esperar que los conquistadores y sus frailes comprendieran esta ética de armonía y respeto con el ambiente, cuando su Dios es tan diferente? El de ellos, el sacerdote van Kessel lo define con un "Deus faber", un ente que hace cosas y animales pero se mantiene fuera de su ámbito y "se le opone como el trabajador a su obra". No procrea (no es Padre) en el contexto casi biológico de la Pachamama, sino que "confecciona (a modo de artesano),... produce (a modo del campesino), [u] ordena y organiza (a modo del empresario) al mundo, a los animales y al hombre mismo".
Como el Dios de la Biblia es el dueño absoluto de todo eso y además todopoderoso, impone a veces conductas o genera dramas que no tienen porqué tener una relación causa-efecto comprensible para los entes de su propiedad. Los graves pecados de algún consagrado de alta jerarquia son "una pesada cruz" impuesta por el Señor por razones que "sólo Dios conoce" y nadie sabe si será castigado con las penas del infierno. La Pachamama no impone cruces, sino una conducta pareja para todos y no castiga con las penas de un infierno que no existe en el más allá del Mundo Andino, sino con la privación de aquello de lo que depende la existencia: producción y capacidad productiva.
Como hijo de Dios y "hecho" a su semejanza, el conquistador y sus descendientes pueden catalogarse como "Homo faber" (van Kessel), el cual nos está creando una crisis ecológica producto de la absoluta falta de respeto por la Pachamama. Por cierto que lo expuesto es una generalización y como tal tiene honrosas excepciones. Ya en el siglo XVII, el jesuita Bernabé Cobo, muy interesado en la biología y la botánica, critica la tala indiscriminada de bosques de cedros por parte de los españoles y el desprecio de éstos hacia el respeto de los indígenas por el equilibrio ecológico. Pero nadie le hizo caso...
Siguiendo a van Kessel, hay un interesante argumento para contrastar al andino con el occidental. Ya decíamos que el Homo faber se apropia del mundo y lo utiliza como dueño que se cree. El andino en cambio, vive inmerso en un mundo reglamentado por la naturaleza, al cual pertenece, pero no lo posee. El Homo faber aprendió de Aristóteles una estructura lógica, en términos generales como la que Ud. utiliza para obtener conclusiones. Ésta examina las relaciones causa-efecto en forma analítica, con rigor científico. Si la cosecha es mala, por ejemplo, debe haber razones "lógicas" como lluvias a destiempo, fertilizantes inadecuados o algo similar. Esto es obvio, porque el sino del Homo faber es producir. Pero el andino, inmerso en un mundo donde él mismo no es más que un componente del equilibrio de la naturaleza, no produce precisamente, sino que acaricia y sirve a la Pachamama y a sus instrumentos de labranza para que éstos produzcan lo que necesita. En otras palabras, no es un productor; es un partero que contribuye a la fertilidad de la Pachamama y ésta lo premia con el producto de su gestación. Por eso van Kessel lo denomina "Homo maieticus". Explicándolo de otra manera, el andino no fuerza a la tierra a producir, sino que facilita el proceso biológico natural y si fracasa no es sólo porque no lo hizo bien, sino que porque la Pachamama, la chacra, el río, la lluvia y hasta los instrumentos de labranza castigaron su gestión, ya sea porque no cumplió con ciertas obligaciones o las expectativas de esos personajes, los que en cierta forma "están vivos" pues tienen conciencia de ser. Su lógica, entonces, no es aristotélica sino que, utilizando el término de van Kessel ,"bio-lógica". Lo que lo rodea tiene su genio y así la Pachamama "lo agarra" cuando se cansa, "lo golpea" cuando se cae y la puerta le puede "morder" un dedo. Es, en definitiva, un componente más del concierto natural. Claro que cuesta entenderlo...
El Futuro (truncado) de las Sociedades Americanas
Jaspers afirma que las civilizaciones americanas desaparecieron ante el más simple contacto con los occidentales, pero no concuerdo cuando lo atribuye a que éstas no pasaron por el Tiempo-Eje de la Historia y en consecuencia eran "primitivas". Primitivo implica aqui que estaban en una etapa previa a un desarrollo que con el tiempo transformaría a los americanos en occidentales, por lo menos en cuanto a espiritualidad. No concuerdo por las razones ya expuestas, además de que reconozco en estas formas autóctonas, originales y auténticas, posibilidades evolutivas de proyecciones indefinibles. Al respecto, dos proyecciones teóricas:
1. Identidad. Hernán Cortés y Francisco Pizarro estuvieron muy cerca de no haber triunfado. Si así hubiera sido, dada la poco edificante dinámica política de los invasores asentados en el Caribe, tal vez los incas hubieran tenido tiempo para relacionarse con los aztecas, por mucho que ambas sociedades fueran diferentes en muchos aspectos (mapa). Habría sido una relación difícil, tal vez destructiva, pero tal vez no y se podría haber consolidado una unidad americana tensa pero asentada en la porfía, la capacidad intrínseca del andino para parecer adaptarse a situaciones cambiantes (revísese lo referente al sincretismo religioso) y su capacidad guerrera. La historia de América sería diferente, quién sabe si mejor o peor, pero muy diferente y tal vez Jaspers no hubiera encontrado razonable a su Tiempo-Eje como fenómeno universal.
2. Evolución. En el Mundo Azteca, sacerdotes y guerreros eran la máxima expresión de la gestión humana, siendo la masa que los sustentaba un estrato de escaso valor individual. Entre los incas se daba una situación más o menos similar, con un fuerte énfasis en la inamovilidad social. Es decir, aparte de las niñas prepúberes bonitas que eran recolectadas por inspectores especiales a lo largo del imperio para los aqllawasi ("conventos" de vírgenes educadas para servir al Sapa Inca o a quienes éste las regalara a personajes con méritos militares o administrativos), la masa laboral no tenía acceso al progreso social. Era lo que en inglés se denomina una sociedad "womb-to-tomb", algo así como "tu vida está inexorablemente trazada según el útero que te albergó y hasta la tumba que a éste le corresponde".
Pero poco antes de la llegada de los españoles, ambas organizaciones sociales mostraban síntomas de lo que podría haber llegado a ser una epidemia llamada libertad, por entonces manifestándose en la posibilidad de unos pocos para progresar en virtud de méritos personales y en forma independiente a su origen social.
Entre los aztecas, los mercaderes exitosos -de origen plebeyo- ya influian sobre las esferas gubernamentales por su conocimiento del mundo exterior y la consecuente capacidad de relacionarse con etnias vecinas y a menudo enemigas.
Entre los incas, algunos yanaconas, individuos de la plebe desarraigados del terruño (ayllu) y consecuentemente en la más abyecta condición social del imperio, habían demostrado su capacidad personal sirviendo en el ámbito doméstico de los nobles y unos pocos, en virtud de sus méritos, llegaron a ocupar puestos administrativos de cierta importancia como agentes del imperio.
Por lo demás, parece que el Imperio Inca tarde o temprano habría tenido que redefinir su estructura socio-económica, basada en un orden asombroso pero con una dinámica impulsada por una tendencia al desequilibrio que obligaba al permanente crecimiento del sistema. Las etnias conquistadas debían dedicar y trabajar parte de sus tierras para el estado y el estamento religioso a cargo del Inti (el sol), el dios de la conquista. Para mantener a los nuevos burócratas y controlar y mostrar reciprocidad a los nuevos ciudadanos, incluyendo regalos de ganado, ropa, mujeres, etc. a los jerarcas conquistados, el imperio necesitaba conquistar nuevos territorios. En algunos aspectos, como la confección de la ropa especial de los jerarcas y el enorme consumo de chicha, el creciente aparato estatal no se podía ya mantener con la mit'a y entonces los pueblos subyugados debían proveer mujeres prepúberes que se concentraban en especies de conventos (aqllawasi), donde estaban obligadas a mantener su virginidad, confeccionar ropa para la nobleza y hacer chicha, a la espera de ser regaladas por el Sapa Inca a jerarcas de otras etnias o militares destacados. La necesidad de procurar mayores recursos alimentarios obligó a desocupar territorios (Cochabamba en Bolivia) para hacerlos producir por colonos de otras tierras que ya no trabajaban para su propio grupo sino que para el Estado. Un ejército creciente necesitaba de guerreros más dedicados que los que podía proveer el "servicio militar" de la masa laboral, por lo que algunas etnias conquistadas fueron liberadas de la mit'a para este propósito y se les otorgó un trato muy especial en cuanto a la magnitud de los bienes que recibían por su gestión. De esta manera, al orden social básico dependiente de los ayllus, se le iban agregando complejidades independientes de las relaciones de parentesco en que se basaban los primeros. El Imperio debía crecer y crecer, pero al hacerlo se hacía más complejo y debía introducir cambios. Cada nuevo Sapa Inca iniciaba su gestión siendo "pobre", no heredaba nada de las inmensas fortunas de su antecesor, carecía de territorios propios de él y riquezas personales y debía conseguirlas para la proyección y eterno mantenimiento pecunario de su nueva y creciente Panaka (linaje familiar de nobles con propiedades y privilegios), aumentando las necesidades de que el Estado se involucrara en un incesante crecimiento territorial mediante la invasión guerrera financiada por el Estado. Las panakas de los Sapaincas anteriores mantenían la casa, esposas, yanaconas, acllahuasis, terrenos y productos generados a través de éste en las propiedades territoriales del fenecido Sapainca de la misma manera que cuando estaba vivo y eso tenía un altísimo costo. Tarde o más bien temprano eso ya se haría insostenible..
Tanto para los aztecas como para los incas, ya se había resquebrajado un poco la inviolabilidad del orden social y no es descabellado suponer que pronto ésto se transformaría en una epidemia que habría redefinido el manejo del poder en ambas sociedades. ¿Se habrían espiritualizado estas sociedades? ¿El cambio hubiera desestabilizado de tal manera a esas inicialmente rígidas sociedades como para permitir la aparición de filósofos? Si es así, nuestra América se habría involucrado tardíamente con el Tiempo-Eje. Pero ¿y si no, como es posible dada la asombrosa peculiaridad histórica de nuestros "primitivos"?
Lástima que Jaspers, otros candidatos a LA verdad y todos nosotros nos quedaremos con la duda...
Pero, ¿cómo es que los españoles derrotaron tan fácilmente a los andinos? La respuesta es más o menos larga.