Un poco al norte de Chapiquiña hay un bajo donde se puede apreciar y recorrer un tramo relativamente bien conservado del Camino Inca. Un centenar de metros después, hacia el oeste, una especie de torrecilla circular me llamó la atención, así como un caserón al este del camino, el cual parece muy grande para estar en las afueras del pueblo. Después supe que esa era la Hacienda Vilca, cuya matriarca viuda, doña Lina, pasó a ser una de las amistades que me gusta visitar en la sierra.
La torrecilla mencionada resultó ser un puesto de vigilancia que controlaba una fundición de minerales de nadie sabe qué años, de la cual quedan las ruinas (
foto), la escoria, crisoles burreros y muleros (más grandes) para formar lingotes (
foto) y que, algunos semi-enterrados, se utilizan para amarrar animales.
Eso estaba mostrando a unos amigos periodistas (año 2000), cuando llegó una camioneta proveniente de la casona y un hombrote grande que luego resultó ser muy cordial, nos increpó por entrar a su propiedad privada, no delimitada por cierto. Un par de frases bastó para que brotara su andina amabilidad y nos invitara a la casona, donde conocimos a la familia, nos dieron datos de las flores del lugar y nos contaron historias. Ellos me incitaron a visitar Laco Alto, lugar que conocía sólo a través de breves menciones en revistas especializadas y cuyo acceso yo no sabía si era transitable en algo que no fuera el tractor de la familia Quispe que habita el lugar. El camino parte al oeste, precisamente rozando la casona de la abuela Lina.
Un día que pasaba por allí y me detuve a entregarle a doña Lina esas galletas tan especiales que se hacían en mi casa, decidí partir a Laco cuando estaba anocheciendo. El camino es estrecho pero transitable con cautela para un 4x4. De cuando en cuando hay unos pocos ranchos y ya era oscuro cuando se me acabó el camino tras 15-18km de recorrido y a unos 3.100m de altura. En lo alto de un cerro vecino, una tenue luz sugería que allí vivía el Sr. Quispe y hacia el norte, el río encajonado por paredes verticales de cierta profundidad. No atreviéndome a enfrentar a los perros que ladraban, esperé allí el amanecer.
Al salir el sol, lo primero que hizo fue iluminar precisamente las ruinas de Laco Alto (Lat.18º23'48"S, Long.69º35'14"O), en la ladera oriental de un cerro al otro lado del río. En la terraza fluvial que está entre ambos hay un par de chozas no habitadas y corrales de construcción contemporánea, pero a medida que se asciende se pasa entre recintos casi circulares (preincaicos) delimitados por pircas de dos hiladas de piedras con una capa intermedia de piedrecillas. Primero se pasa por una zona que tiene corrales y luego pircas que delimitan habitaciones y
colcas y después una zona netamente residencial (
foto) y en la cima del cerro y en la parte alta de su vertiente occidental, excavaciones verticales relativamente poco profundas y pircas y montículos pequeños de piedra que forman un conjunto que sólo serviría para acciones ceremoniales.
En la base del cerro, acercándose al río, hay antiguas
andenerías y más allá de la quebrada, algunas
chullpas (casas-tumbas) que los lugareños denominan “casas de gentiles”. Un muchacho de la zona, hablándome de ellas, se preguntaba cuán chicos debían haber sido los gentiles (antiguos habitantes) para haber cabido dentro de estas casitas...
Relatado así, Laco Alto es sólo un poblado más del
Período Intermedio Tardío. Los pocos restos de cerámica reconocibles en el suelo son del estilo
Charcollo (del año 1200, más o menos, fechados por termo-luminiscencia) y posteriormente Chilpe, indicando que los habitantes fueron serranos y altiplánicos preincaicos con poca interacción con los agricultores (coles) ariqueños. Todo parece calzar con lo poco que un lego puede saber de estas cosas pero, al volver a la Hacienda, ahora con luz natural, me encontré con ruinas que demuestran cuánto esfuerzo se invertía en obras de regadío, aun en comunidades pequeñas como la que se describe.
En Lat.18º23'28"S, Long.69º34'25"O, a 2.300m en línea recta rumbo estenordeste desde Laco Alto, hay una
marka bien conservada al lado del camino (
foto) y al otro lado un peñón rocoso de unos 20m de altura. Entre ambos, acercándose al peñón, hay evidencias de antiguas andenerías en muy mal estado, además de estar destruidas en un sector por la bajada del agua de las lluvias. Cerca de estas estructuras hay recintos circulares con pircas de una hilada que debieron ser corrales y otros de mejor factura que sin duda sirvieron de base a recintos habitacionales de paredes y techos de vegetales. En general, el lugar es más pequeño y parece de arquitectura más primitiva que Laco Alto, pero no del todo pues hay colcas chicas con paredes selladas por argamasa de barro.
Los andenes se hacen más cortos hasta llegar a la misma base del peñón. Detrás de él hay un cerro sin estructuras de interés, pero a media altura, donde la piedra empieza a ofrecer al conjunto una cara lisa de corte vertical, hay una pirca de unas cinco a ocho hileras verticales de piedra y se adivina un acceso que asciende por ambos lados del peñón.
Pues la pirca, que parecería delimitar un recinto, desde arriba demuestra servir sólo para estabilizar a una estrecha y poco profunda canaleta por la que apenas se puede pasar de lado y pegado a la pared rocosa (
foto). No hace más que llevar con dificultad de uno al otro lado del peñón. Visto desde lejos, es claro que es un segmento de un canal de regadío como los que he visto ingeniosamente implementados en paredes rocosas en
Ticnamar,
Calaunza y otros lugares. Si las piedras hablaran...
Viéndolo desde la vivienda del Sr. Quispe, Laco Alto está al otro lado de la quebrada. Si en vez de cruzar el río se remonta la ladera que luego termina en la quebrada de Caillama, hacia el sur, en lo alto de un cerro, se encuentra el pukara de Caillama, el cual comunica con Laco Alto mediante un sendero. El panorama que observé por primera vez el año 2002 es impresionante, dominando ambas quebradas y con una irrestricta vista del pukara de Laco Alto (
foto). Además de las estructuras defensivas y de uso comunitario, Caillama tiene más de 170 recintos habitacionales redondos o elípticos, con muros de dos hileras de piedras acomodadas sin preocupación por el relieve de las superficies (
foto), una escalera (
foto) y esbozos de pasillos intermedios. Este sitio, conocido desde hace algunas décadas pero descrito en detalle sólo recientemente por Alvaro Romero, tiene interesantes peculiaridades.
Su ocupación se inició después del año 1100 y terminó antes del dominio incaico, a juzgar por la evidencia ceramológica. Lo que he visto es que predominan las piezas del estilo negro sobre rojo del altiplano preincaico (Chilpe), además de la habitual presencia de cerámica ariqueña serrana (
Charcollo) (
foto), alternando con San Miguel, Gentilar y Pocoma, propias de la
Cultura Arica de la costa y valles bajos (
foto), demostrando la interacción multiétnica común en nuestra sierra (
foto). Hay numerosos recintos funerarios, en particular cistas (cámaras semi-subterráneas con paredes y ¿techo? de piedras), pero lo que llama la atención a Romero es la abundancia de restos de
chullpas cuadrangulares (conté 19 pero hay publicaciones que indican que se han identificado 27 de ellas) (
foto), de barro pero estabilizadas en el interior por piedras planas, lo que le sugiere un origen
caranga. El aspecto exterior es similar a la chullpa bien conservada del Tambo de
Zapahuira 1 (
foto), pero ésta tiene un dintel y paredes reforzadas por madera en vez de laja de piedra.
Lo que es singular es que habitualmente sólo se encuentran unas pocas chullpas en otros asentamientos (dos ¿tres? en Zapahuira 1). En consecuencia, Caillama y también
Copaquilla con su decena de chullpas, deben haber tenido un significado especial para los ocupantes preincaicos de nuestra sierra. Caillama me crea más de un par de interrogantes: ¿Cuál era la diferencia socio-económica y la relación con Laco Alto, separado sólo por una quebrada y 1.200m? No conozco otros pukaras preincaicos tan cercanos:
Chapicollo y
Huaycuta en
Zapahuira están separados por 4.600m, un gran cerro y una quebrada, además de que sus estructuras habitacionales son completamente diferentes. Además, ¿porqué se abandonó Caillama?