Llegando hasta Esquiña vía Pachica (septiembre, 2013) y triste visita ulterior a la Hacienda y vecindario el 2019 
 
A mediados del 2013 esas rutas, aunque aun no pavimentadas, se mejoraron consistentemente y con mi entusiasta ex-esposa decidimos recorrerlas hasta Esquiña. Aunque en general muy sinuosas y con antipáticos ascensos y descensos y en algunos tramos altos muy polvorientas, son aceptables para un vehículo 4x4 y pueden recorrerse en unas tres horas si no se considera a las recomendables detenciones para visitar a los muchos lugares de interés. Resumiré a ese viaje con lo que sigue. Ya en el año 2019, por lo menos hasta el talweg del valle estaba asfaltado. 
 
Aparte de la calidad de la ruta, llegar al poblado de Camarones es más o menos lo mismo que ya se describió. En el 2013 no vimos grandos cambios, excepto que la plaza ya no era tan hermosa, pero sí que vimos a niños alegremente jugando en ella y me disgustó que el antiguo cañón lo hubieran pintado de color blanco. Resalto a uno de sus antiguos molles o pimientos rosados (Schinus molle), tan antiguo que no parece haber crecido en más de 10 años: 
 
 
Pero en El año 2019 nos llevamos una gran decepción pues el pueblo estaba como desocupado (excepto el 2013, siempre ha sido así) pero desordenado, desaseado y feo, especialmente la plaza. En Taltape, el Viejo Cuartel está notoriamente descuidado y varios petroglifos han desaparecido y lo que en el 2013 era una novedad inquietante, en el 2019 la destrucción de un rico sitio arqueológico ya se había consumado: En la base de la ladera norte abundaban los remanentes arqueológicos, petroglifos y particularmente un extenso cementerio prehispánico con numerosas cistas funerarias (se muestra una fotografiada el año 2013, inubicable en el año 2019.) y entierros bajo cúmulos de priedras. 
 
 
Pues inmediatamente adyacente al cementerio se construyeron discordantes casas de bloquetas de cemento haciendo desaparecer al extenso cementerio, del cual sòlo quedan muy deteriorados remanentes de un par de cistas funeroarias, ¡pero los letreros que advierten que ese espacio está protegido por la Ley de Monumentos Nacionales siguen muy bien plantados en la inmediata vecindad de los destructivos adefesios habitacionales! ¿Quièn autorizó esa barbarie? La Municipalidad de Camarones, por cierto. Malditos... 
 
 
Ascendiendo un poco desde el cementerio, el año 2013 encontramos a Ño Carnavalón “vigilando” a las parcelas de sus protectores/protegidos. Pasa el año asoleándose en la ladera de los valles y despierta por una semana para el carnaval de febrero. Esta vez estaba absolutamente borracho: 
 
 
Y bueno, sólo hasta allí llega la ruta que se dirige hacia el oriente e igual que en viajes anteriores, para avanzar sólo 4-5km hay que ascender como 700m por una antipática cuesta de 20 o más kilómetros y se llega a Huancarane y Cochiza, donde el valle se estrecha un poco y hay más petroglifos. Desalentados en el año 2019 por el deterioro de la Hacienda Camarones y vecindarios, no seguimos a Huancarane y volvimos tristes a Arica. A nadie le aconsejo visitar el valle de Camarones. Su única belleza remanente es el hermoso color de los campos de alfalfa y algunos de los petroglifos remanenetes. 
 
 
Principales petroglifos remanentes en Taltape en el año 2019 (ya no están todos): 
 
Éste está muy escondido y espero que nunca lo encuentren.
 
 
 
 
Una vez que ya pasamos más allá de la mencionada cuesta (año 2013): 
 
A la izquierda apenas se ven las espectaculares "torres" de Huancarane
 
Las torres de Huancarane.
 
Desde allí seguimos hacia el este para llegar a Pachica. Hay que cruzar toda esta serranía ascendiendo permanentemente 
 
 
por por una larga y muy árida ruta en relativo buen estado pero con incontables curvas estrechas, la que muestra hermosos parajes serranos. 
 
 
Tras una hora de recorrido al fin reaparece la vegetación cuando nos acercamos a Putaraya, a media altura de la ladera. 
 
 
El lugar está regado por una vertiente que hace que la vegetación crezca con cierto entusiasmo y anuncia la cercanía del espectacular poblado de Pachica. El inicio de la vertiente se muestra en esta foto: 
 
 
 
Pachica 
 
Pronto aparece Pachica, a unos 2.200msnm (Lat. 18°55’S, Long. 69°36’O),  
 
 
colgando en una plataforma ("tablazo") en la ladera occidental de la quebrada de Saguara (Sahuara) poco antes de que ésta desemboque en el valle de Camarones y a unos 600m sobre el talweg de éste. A la izquierda de la foto anterior están las ruinas del poblado colonial, abandonado en el siglo XVII por un terremoto y luego repoblado al lado de éste. Al tablazo llegan aguas provenientes de algunas vertientes, generando un espacio muy fértil. Cerca del poblado hay andenerías o terrazas agrícolas (patanaka) que demuestran la exitosa explotación agrícola que tuvo: 
 
 
Entre las ruinas coloniales y el nuevo poblado está la peculiar iglesia. Allí ya existía una en 1618 y luego fue reconstruida a comienzos del siglo XVIII. 
 
 
 
Está dedicada a San José Obrero: 
 
 
Una de sus tantas peculiaridades es la torre-campanario pues en vez de acceder a las campanas por una estrecha puerta y escalera interior como es en otras iglesias del interior, se las accede por una amplia escalera exterior, algo que sólo he visto en Timar, con una escalera delgada: 
 
 
Pachica tiene una interesante historia. Según Schiappacasse y Niemayer, quienes la prospectaron por primera vez, el lugar fue ocupado por lo menos ya en el año 1400, tiempos prehispánicos y preincaicos. Poco después pasaría a ser para los incas un lugar de reposo transitorio y de abastecimiento de las caravanas que se dirigían a la costa o valles vecinos, probablemente dependiente del cercano Saguara (a unos 12km el línea recta), el cual era el principal poblado incaico de la cuenca del valle Camarones, con funciones administrativas y rituales.  
 
En épocas coloniales fue ocupado por españoles, persistiendo ruinas de unas 30 casas y corrales y colcas aéreas, subterráneas y mixtas, si bien la mayor parte de la población siguió siendo indígena. Luego fue abandonado en el transcurso del siglo XVII por uno de los cuatro cataclismos de la época, siendo el mayor de ellos la explosión del volcán Omate o Huayna Putina ubicado entre Arequipa y Moquegua, en el año 1600. 
 
En una fecha ulterior que no sé ubicar, Pachica se volvió a ocupar en un espacio inmediatamente adyacente a las ruinas coloniales y eso generó un drástico cambio en la iglesia que está entre ambos espacios pues inicialmente su entrada estaba orientada hacia poblado colonial y luego ésta se clausuró y se cambió el acceso para que estuviera orientada hacia el nuevo poblado, un cambio de 180°. 
 
En lo que hoy es la pared posterior de la iglesia, se nota que se tapió la entrada original.
 
Posiblemente mediados del siglo XIX (Briones) se elaboraron coloridos frescos interiores, restaurados un tanto ingenuamente antes del año 2000 pero conservando dos secciones de las pinturas originales. El terremoto del año 2005 (cerca de Mamiña, Iquique, magnitud 7,8) dañó severamente a la iglesia y luego se la restauró eficientemente pero se dejó al descubierto a la discordante techumbre de zinc. Creo que originalmente ésta era de adobe. 
 
 
Una de las secciones de  los frescos originales.
 
Los frescos restaurados se muestran en las fotos siguientes: 
 
Con don Luis Alata.
 
Entre las pinturas resaltan los productos agrícolas, la gran riqueza de antaño de Pachica.
 
Otra de las peculiaridades de Pachica es la cordialidad de su media docena de habitantes. En cuanto llegamos nos recibió muy cordialmente don Luis Alata, quien fue fue alcalde subrrogante de la provincia de Camarones y está elaborando un sitio de camping. La familia Alata es la más antigua que queda del lugar y ya fué censada cerca del año 1700. Con don Luis conversamos largamente acerca de Pachica 
 
 
y porque cinco años antes compartimos una anécdota: En el año 2000 iniciamos nuestra primera cabalgata anual desde Arica a Codpa para colaborar con la Fiesta de la Vendimia, con una magra colaboración logística de la Municipalidad de Camarones. Pues antes de la cabalgata del 2008 hubo un embrollo político municipal y se nos hizo saber saber que ya no nos querían como componentes oficiales de las festividades, pero igual decidimos ir por nuestra cuenta sin que la Municipalidad lo supiera. Sucedió que don Luis, por entonces alcalde subrrogante, dió inicio a la ceremonia con un discurso que, en cuanto dijo emocionado por el pasado arriero de Codpa: “casi siento el ruido de los cascos de los caballares llegando a Codpa”, aparecimos casual e inesperadamente nosotros, 12 jinetes con 14 caballares, dos de ellos mulas cargadas con sacos de arroz, nuestro aporte simbólico al tradicional trueque por el que recibimos algunas botellas de Pintatani y frutos del lugar y el emocionado saludo del alcalde. 
 
Pese a que sus ocupantes actuales han constuído discordantes casas de material ligero y hasta de bloquetas de cemento, tiene un alto interés turístico por su historia, remanentes del pasado, excelente clima y la cordialidad de su media docena de habitantes. Definitivamente merece ser parte de un circuito turístico hoy no explotado y una visita de por lo menos un par de días. Es un lugar que simplemente no se puede dejar de visitar. Nosotros llegamos allí tras un largo y espectacular recorrido desde la Hacienda de Camarones, pero hay un acceso más corto y fácil desde la carretera A-35 poco antes de llegar a Codpa: unos 30km por un buen camino de tierra. Conviene pasar allí un fin de semana acampando bajo los árboles (una de las señoras del lugar guarda las llaves de la iglesia y ofrece alimentación), visitando sus múltiples atractivos (ruinas del poblado colonial y harto más) y disfrutando de las interminables historias que don Luis goza relatando, como el mito de que cerca había un riquísimo mineral de plata en un lugar secreto cuya ubicación hoy se desconoce, el cual explotaban los lugareños de cuando en cuando, pero eso puede no ser más que una leyenda. 
 
 
Esquiña 
 
Tras despedirnos, seguimos hacia el este rumbo a Esquiña (Lat. 18°56’, Long. 69°32’O) volviendo a bajar al talweg del valle de Camarones: más rutas que parecen platos de tallarines que nos ocuparon algo menos de dos horas, acompañados por los cactus candelabro (Browningia candelaris), longeva especie potegida que crece entre los 2.200 y 2.900msnm: 
 
 
Un par de palas mecánicas que estaban ensanchando la ruta nos detuvieron por una media hora más o menos y llegamos poco antes del atarcecer: ya no podríamos seguir hasta Illapata, lugar que no he visitado desde hace unos 10 años. Es que para retornar a Arica desde Esquiña hay que devolverse hasta los altos de Pachica para seguir la ruta que empalma con la A35-CH muy cerca de Codpa. 
 
Pues llegamos a Esquiña (2.175msnm), hoy poblada por sólo cinco familias. El poblado en sí no es muy atractivo pero se asienta bajo un hermoso acantilado y tiene una iglesia antigua dedicada a San Pedro. Se sabe que existía ya en el año 1618. Lo que hay se vé es una reconstrucción de los inicios del siglo XVIII y luego  a fines del siglo XIX y ahora restaurada en el año 2009 por la Fundación Altiplano. 
 
 
Hicieron un excelente y prolijo trabajo. A la izquierda se ve el portal restraurado de la contrasacristía. 
 
 
Las tres figuritas de arriba representan a San Santiago Matamoros y luego Mataindios, el que pese a eso es muy venerado en nuestra precordillera. Eso, extraño, merece un comentario más detallado
 
 
Con esta imagen nos despedimos de Esquiña y volvimos a cruzar una larga serranía por un mejor camino de tierra y menos zizageante (A-33), hasta empalmar con la ruta A-35 cerca de Codpa, uno de sus dos accesos asfaltados. 
 
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