Index
-aricaaballo.com-
Cachicoca. El año 2006, aprovechando la cabalgata anual a
Codpa, con mis amigos jinetes decidimos desviarnos un poco para conocer Cachicoca. Viniendo desde las tierras altas del norte, el descenso a Cachicoca, de unos 40cm de ancho, era atroz: la huella labrada en la pared de unos 180m de precipicio, zigzaguea interminablemente en un trayecto que nos debe haber ocupado casi media hora. Ni un segundo disponible para tomar fotos: conservar el pellejo era prioritario...
|
El descenso a Cachicoca. La marca roja señala el lugar donde una de las amazonas tuvo un desacuerdo con su yegua, lo que la pudo haber desbarrancado.
|
Cuando ya creíamos llegar al talweg del valle, debimos bordear una profunda garganta siguiendo una huella aun más estrecha y de superficie oblicua por los deslizamientos del terreno. Por suerte el suelo en ese tramo era blando, con pocas posibilidades de que el caballo resbalara, pero desde la montura se veía tétrico y no quisiera volver a pasar por allí.
En esencia, Cachicoca (Lat. 18°50’13”S, Long. 69°50’O) no es más que un segmento del valle de Codpa, pero aislada de éste por una angostura infranqueable del valle. Hacia el occidente, otra angostura la aisla de
Pintatani, Bodega del Medio y
Calaunza. Desde el norte o el occidente sólo se puede llegar al lugar descendiendo la terrible huella ya descrita, pero hacia el oriente hay una huella más benigna que asciende a la pampa hasta cerca de
Ofragía. Esa es la que utilizaron los codpeños para trasladar el vino pintatani que produjo Cachicoca el 2006. Antaño, varias familias ocupaban el lugar y explotaban las hoy descuidadas viñas, pero hoy sólo vive allí un anciano, don Oscar.
El valle no alcanza a tener 150m de ancho y el terreno cultivable, lleno de terrazas y canchones, está ocupado por vides, membrillos, pacayes, naranjos y otros árboles frutales, a la vez que el río está bordeado por cañaverales. Ese jueves cabalgamos 5 horas para llegar allí y luego esperamos la caída de la noche explorando, dormitando o conversando para luego regalarnos un asado y merecidos bajativos bajo un cielo siempre descubierto, con todas las estrellas del mundo pues no hay luz artificial que las opaque.
Hay una bodega en ruinas con grandes tinajas de greda medio enterradas, elaboradas en 1862 para guardar el vino. En la bodega está el puntai donde se recibe el jugo de la uva pisada al otro lado de la muralla, en el lagar. Luego ascendimos la colina adyacente y encontramos restos de habitaciones prehispánicas, con sus “bodegas domésticas” o
colcas subterráneas, que son un hoyo de cierta profundidad con paredes estabilizadas por piedras, donde se guardaban los alimentos. De cuando en cuando, petroglifos representando a auquénidos y humanos. En el extremo oriental del lugar, cerca de la angostura y sobre una elevación del terreno, hay un asentamiento de mayor tamaño, con recintos habitacionales circulares que fueron ocupados por aymaras carangas incanizados durante el Período Tardío (incaico). Se cree que allí se cultivaba coca. Cachicoca en aymara significa algo así como “preparar la tierra para cultivar coca”.
|
Lo que queda de la bodega de vino de Cachicoca.
|
|
Algunas de las tinajas de 1862.
|
La mañana siguiente fue perezosa, pues nos esperaba sólo el ascenso por la huella oriental, que don Oscar (el único habitante del lugar) describió como fácil y luego una huella por la pampa y algo de sierra que ya habíamos recorrido varias veces antes.
|
Asentamiento prehispánico principal de Cachicoca.
|
|
|
Casi al terminar el ascenso desde Cachicoca a la pampa, dos mulas se detienen para contemplar un panel de petroglifos, obra de los caravaneros prehispánicos. A poco andar, cuando ya se llega a la pampa, aparece una apacheta. Estas, montículos de piedras donde los caravaneros depositaban ofrendas a la Pachamama y a los Mallkus o entidades no humanas que tutelan espacios geográficos definidos, suelen ubicarse precisamente en abras o puntos donde cambia la geología del terreno. Cualquier ofrenda de valor para el caravanero es válida: el bolo de coca que guardaba en su boca, una prenda de vestir, las ojotas gastadas, una piedra más y hasta una pestaña. Para que no desmontaran a recoger piedras, propuse que depositáramos un mechón de nuestra cabellera y al parecer fue bien recibido, pues completamos el viaje sin incidentes.
|