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Ladera Oeste del Volcán Tacora. Yo había visitado esa zona  unos 25 años antes del 2009, con alguien que la conocía muy bien y creí que ahora las organizaciones estatales habrían ya hecho su trabajo como corresponde para potenciar el turismo en este fascinante territorio que parece que ya no le sirve a Chile, pero ¡vaya si me equivoqué!: después del primer letrero en Villa Tacora no hay más señaléticas útiles ni ningún otro letrero que pueda orientar al turista que visita por primera vez el lugar. Aun habiendo visitado antes esa zona, al primer intento no pude llegar directamente a las termas de Aguas Calientes, pero sí descubrí lugares que no conocía, de perdido que estaba. Bueno, la maravilla del GPS no nos permite perdernos del todo pero por cierto no nos lleva al trayecto apropiado para llegar a lugares cuyas coordenadas no han sido almacenadas en el instrumento. Por ahora creo que desde Villa Tacora a las termas hay por lo menos unos 15km por un camino de tierra con tramos sólo aptos para vehículos 4x4. 
 
Pues el 2009 seguí desde Tacora el camino señalado a las termas y a la azufrera adyacente, hermoso pero con tramos un tanto precarios, 
 
La amplitud y belleza de la pampa Tacora hace que uno quiera tocar el cielo. Al fondo, los cerros Caracarani.
 
pero nada me indicó que en Lat. 17°45'34.60"S, Long. 69°48'3.60"O había cruzado la frontera con Perú e ingenuamente confiando en la línea fronteriza que figura en Google Earth, seguí un camino aun más precario y continué hacia el oeste como parecía más lógico, hasta cruzar el canal Mauri que lleva agua a Tacna y luego ascender por la quebrada del río Azufre hasta que sorpresivamente me encontré con el sitio arqueológico de Huaylillas Norte, un vasto espacio con supuestos vestigios de la actividad de los cazadores del  Período Arcaico y donde según Google Earth hay un paso hacia el Perú. Pero ¡¡¡¡PELIGRO!!!, lo visto y mi GPS nos sugerían que estábamos en territorio peruano y yo sabía que el espacio chileno vecino había sido minado en la época de Pinochet y en ese momento pensé que tal vez por ser peruano el sitio está tan profusamente señalizado, lo que contrasta con la nula o pobrísima señalización de sitios arqueológicos muchísimo más importantes en lugares más próximos a Arica. Como desconfío de todo lo que sea estatal, arranqué del lugar y exploré sin éxito una miríada de caminos muy precarios tratando de llegar a las Termas, sin conseguirlo esa vez y posiblemente aun por territorio peruano, hasta que en el faldeo oriental del volcán Chupiquiña encontré a un pastor solitario a quien, aunque ya suponiendo que había trasgredido una frontera, no le pregunté si era chileno o peruano. Debe haber estado en Chile pues me dijo que no hacía mucho había pasado un vehículo de Carabineros (Policía Armada de Chile, la misma que ni siquiera salió a ver qué hacía o pretendía durante la media hora que estuve al lado de su recinto en Villa Tacora, la última dependencia policial antes de la frontera peruana). Sólo logré que el pastor me mostrara lo que podía verse de las ruinas de las Termas al otro lado de una quebrada que me pareció intransitable y ya se había hecho muy tarde y amenazaba con oscurecer. 
 
Inquieto por mi presencia en el sitio de Huaylillas Norte, en cuanto llegué a Arica investigué y descubrí que había trasgredido una frontera internacional, pese a que las coordenadas del lugar estarían aun en territorio chileno según el trazado fronterizo de Google Earth. Insisto en que los parámetros de georeferencia de Google Earth no son confiables. Y ya no me cabe duda. Los letreros de Huaylillas Norte que advertían que estaba en un sitio arqueológico ¡SON PERUANOS! ¿Existe un Instituto Nacional de Cultura preocupado de la arqueología en Chile? Pues sí lo hay en Perú y la Ley General del Patrimonio Cultural Nº 28296 ¡es peruana! ¡Qué susto y agréguese los campos minados del lado chileno y comprenderá porqué arranqué “valientemente”! ¿Hubo algo o alguien que me advirtiera de la trasgresión y del peligro? Pues nada. Agradezco cualquier explicación atingente, o más bien ¡exijo una explicación! Alguna explicación me aportó tiempo después un alto funcionario de la comuna: en la cima de algunas colinas hay hitos fronterizos que pasan desapercibidos para los conductores de vehículos. Y me contó también que con alguna frecuencia llegaban peruanos hasta Villa Tacora y Villa Industrial sin saber que habían atravesado la frontera... 
 
Señalética peruana en lo que aun creía que era territorio chileno.
 
Con el tiempo tal vez visitemos a todas las azufreras accesibles y le contaremos nuestras peripecias. Tomará tiempo y mucho esfuerzo pues es mucho lo que hay que ver en este sector y hay sólo un corto tramo transitable para un vehículo 4x4 más al norte de Aguas Calientes (hasta ahora y a falta de un segundo vehículo de apoyo, sólo he avanzado unos 4km más allá de Aguas Calientes, a 4,850msnm). Además nos queda por revisitar el espacio al oriente del volcán Tacora: varias azufreras, la estación ferroviaria de General Lagos, Laguna Blanca y llegar por el borde de la frontera con Perú hasta Visviri. Tras varios decenios de frecuentes y a veces extremas exploraciones por espacios casi desconocidos de nuestro hinterland, hasta abril del 2014 el tramo más indescriptiblemente horrible que he vivido en un vehículo (no mencionando a otros vividos sobre un caballo, ver el e-book “Arica a Caballo” de este website), es el de la ladera norte de la quebrada de Huaylas, un poco al sur de Alcérreca. Pero me lo habían advertido y estaba preparado para enfrentarlo. En cambio, lo que hay entre el volcán Tacora y el Chupiquiña es una inmensa incógnita tal vez ya no transitable, pero es parte de nuestra historia Es que lo que tiene Arica para mostrar nunca se acaba, es mi vida la que se acabará mucho antes de poder completar todos mis planes...  
 
Azufrera y Termas de Aguas Calientes (ver más detalles en este link, año 2014). Ubicadas en la azufrera homónima, en el año 2014 las termas estaban en ruinas pero utilizables (Lat. 17°43'20.26"S, Long. 69°49'13.09"O). En Villa Tacora hay una señalización vial que parece indicar un expedito acceso a ellas. Pues bien, sígala pero no espere ninguna buena señalización ulterior y sin lo que ya explicaré sólo llegará a ellas si tiene suerte. Es que la gestión estatal es tan poco consistente en Arica. En abril del 2009 me informaron que había un proyecto para instalar señaléticas apropiadas: ¡que así sea pues se trata de un límite fronterizo con un país que suele no ser precisamente amistoso! 
 
Bueno, para llegar allí hay que partir desde Tacora y seguir el camino señalado por un letrero, hacia el oeste. Tras unos 7-8km hay que virar al norte y cruzar el canal Uchusuma por un corto tramo de pavimento (Lat. 17º46'S, Long. 69º47'32"O según Google Earth). Se continúa unos 700m hacia el noroeste por un camino de tierra bien claro hasta Lat. 17º45'42"S Long. 69º48'O. Allí la huella mejor marcada sigue al oeste y lleva a territorio peruano: es necesario virar a la derecha siguiendo una huella de menor calidad. Hacia la izquierda de esta bifurcación y a 1km de distancia verá una barraca larga: esa es una estación de mantenimiento del canal a Uchusuma y ya es territorio peruano; no hay que acercarse a ella. 
 
Barraca de mantención del canal Uchusuma en territorio peruano. ¡Déjela siempre a su izquierda!
 
La huella apropiada, con tramos algo difíciles para un vehículo común, sigue al noroeste y tras unos 2,5km (Lat. 17º45'S, Long. 69º48'26"O) hay un camino transitable hacia la derecha, que en sólo 200m empalma con la línea ferroviaria, hoy desprovista de rieles y transitable para un vehículo 4x4. 
 
Puede tomar la huella de la derecha si quiere visitar los restos de la locomotora que quedó volcada al lado de la línea férrea. En el año 2005 era aun reconocible como locomotora, pero el 2009 quedaban sólo unos pocos fierros pues fue saqueada por ¿peruanos? Para visitarla hay que transitar unos 500m sobre los durmientes (fácil). 
 
Pobres restos de lo que pocos años antes era una locomotora volcada, la “Chupiquiña”, marca Rheinmetal. Lo que parece un camino entre los restos y el auto es lo que queda de la vía férrea, sin los rieles y con los durmientes carcomidos o retirados.
 
Para seguir a Aguas Calientes, donde alojaban los obreros y administrativos de las minas vecinas, desde la bifurcación señalada hay que seguir al noroeste (tomando la huella de la izquierda que a ratos se hace un tanto difícil y que transcurre a la derecha de un canal en desuso) y tras unos 2km el camino vira al oeste, como dirigiéndose al único rancho que hay por allí. Déjelo siempre a su izquierda, el camino virará hacia el norte y muy pronto (unos 400m) hacia el oeste, entrando un poco en territorio peruano (a nadie le importa) y dará una amplia vuelta para luego volver a Chile rumbo al este pasando al lado de un hito fronterizo (Lat. 17°43'38.20"S, Long. 69°49'24.30"O) y luego virará al norte y muy pronto verá a una amplia construcción (la Administración de la Azufrera), donde alojaba Arturo Alessandri Palma, el ex-Presidente de Chile. Allí ya verá las instalaciones de Aguas Calientes y le será fácil encontrar las termas, rodeadas de un barro blanquecino de bórax. 
 
La Administración de Aguas Calientes. Al fondo, el Volcán Chupiquiña.
 
Las termas de Aguas Calientes, año 2009.
 
 
En Aguas Calientes, además de la Administración y las termas, hay recintos habitacionales típicos de los asentamientos mineros apartados: una pulpería, construcciones destinadas al proceso del mineral y hasta una cancha de basketball. Habitualmente el lugar está desierto (de vez en cuando lo patrullan Carabineros en motocicletas). Las termas tienen dos piletas con agua de mal sabor (evite mojarse la cara) pero a una temperatura ideal, por mucho frío que haga. 
 
Una de las piletas de las termas.
 
Después de bañarme y visitar los remanentes de las instalaciones, decidí continuar el camino hacia el norte hasta las instalaciones de El Tacora, desde donde se ven  fumarolas que ruidosamente salen con fuerza de la ladera norte del Volcán Tacora. En teoría se podría continuar hacia el oriente, entre el Volcán Tacora y su hermano Chupiquiña de más al norte y llegar a Chislluma, en la ladera oriental del volcán, pero el camino es incierto y no es prudente intentarlo sin otro buen vehículo de apoyo. 
 
Breve Historia del Ferrocarril de Tacora. Gran parte de la información que sigue se ha basado en los trascendentes aportes que el Sr. Ian Thompson Newman ha subido a la Red. 
 
Muy poca gente sabe de la existencia del ferrocarril de Tacora, por ser privado y por estar en un remoto rincón del territorio ariqueño. Siendo uno de los ferrocarriles más altos del mundo, funcionó eficicientemente a lo largo de unos 25km transportando azufre entre las minas de más al Norte de Aguas Calientes y Villa Industrial con tres a cinco locomotoras a vapor alimentadas por yareta (Azorella compacta) entre 1925 y 1967, ascendiendo por una pendiente de hasta un 6% y hasta casi 5.000msnm por una trocha de 75cm de ancho. El año 1941 marcó el récord de carga transportada, más de 38.000 toneladas, pero luego la actividad fue declinando hasta llegar a unas 6.000 toneladas en 1961.  
 
Los depósitos de azufre de los volcanes Tacora y Chupiquiña ya se explotaban desde fines del siglo XIX, transportando el producto a Tacna a lomo de mulas. En cuanto se inauguró el  Ferrocarril de Arica a La Paz  (mayo de 1913, FCALP), una empresa (Espada Hermanos) vislumbró la posibilidad de un medio de transporte más eficiente y obtuvo el permiso para construir y operar un ferrocarril entre Aguas Calientes y Villa Industrial. Desde allí era fácil transportar el producto a Arica vía FCALP. Unos 15 años y dos propietarios diferentes después de su inauguración, el ferrocarril de Tacora pasó a manos de la Compañía Azufrera Nacional, en la cual la familia Alessandri tenía fuertes intereses y eso explica el interés de nuestro carismático ex-Presidente de la República por visitar la zona. 
 
En 1967 cesaron las faenas de la azufrera, se paralizó el ferrocarril y poco a poco comenzó el desmantelamiento ilegal (robo de metal por ilegales que con facilidad cruzan la precaria frontera) y legal pero dañino (retiro y venta de los rieles). Este ferrocarril no era una empresa ferroviaria propiamente tal, sino un instrumento de transporte al servicio de las azufreras. Itrínsecamente, sólo generaba pérdidas financieras pero era importante para conseguir las utilidades de las azufreras. Al parecer la paralización de 1967 iba a ser temporal (de hecho, en los años 80 más o menos hubo una empresa norteamericana que instaló agentes en Arica para evaluar el reinicio de la actividad), porque no se desmantelaron las instalaciones. Una locomotora (la “Chupiquiña”) quedó volcada a un costado de la vía férrea, otras dos se guardaron en un hangar en Villa Industrial y una cuarta quedó allí al aire libre. Las que aun había en Villa Industrial hasta el año 2012 se llamaron “María”, “Elena” (ambas marca Hanomag) y “Tacora” (Rheinmetal). Ese año, el actual dueño de la azufrera se las llevó a Colina /Región Metropolitna). 
 
Hasta el año 2014 las instalaciones se habían deteriorado parcialmente por ladrones de estructuras metálicas, presuntamente peruanos. Ya hemos explicado que el control fonterizo en esa zona es prácticamente nulo. Pero ese año se vendieron (¿todos?) los rieles y se embarcaron a Arica, rumbo ¿a Perú? El Sr. Ian Thompson Newman, experto en trenes, lo ha estado solicitando desde el año 2005 y por fin se le declara Monumento Nacional al Complejo Industrial Azufrero de Tacora (a partir del 11-I-2016), cuando ya casi quedan sólo restos. Triste fin para uno de los ferrocarriles más peculiares del mundo... 
 
La trocha desprovista de rieles, año 2009.
 
Tarea para el futuro: partir desde Tacora a Aguas Calientes y desde allí contornear la ladera norte del Volcán Tacora para reaparecer en el Altiplano al oriente del volcán. Y ver si se puede acceder de las azufreras del Volcán Chupiquiña. Es difícil y arriesgado: se buscan “socios” para la gestión. ¿Y para qué? Pues para tratar de entender mejor una épica gestión minera que tuvo tal importancia en el pasado que condicionó el trazado de la frontera chileno-peruana cuando se consolidó el Tratado de Paz con Perú en 1929. Ya nos farreamos las instalaciones, no permitamos que lo mismo ocurra con el recuerdo de lo que se vivió intensamente en ese territorio...