Pretroglifos del Cerro Chuño 

 

Entre muchas otras cabalgatas fáciles y entretenidas que pueden realizarse sin salir de Arica, el ascenso de la ladera norte del valle de Azapa, casi justo donde ésta desaparece a poca distancia del mar, ofrece un hermoso espectáculo de la parte baja del valle, la ciudad misma, el Morro y el mar. El destino es una cantera ubicada a tres cuartos de altura de la ladera, al lado del camino vehicular no pavimentado que asciende hasta las torres de alta tensión. Hasta el siglo XIX o tal vez más, allí se trabajaban trozos de piedra porosa para transformarlos en recipientes cónicos para filtrar el agua y pueden encontrarse algunos intentos fallidos. 

 

Intentos fallidos de cantear un filtro de agua.	El resultado habría sido parecido a esto.

 

Pero lo más interesante, aparte de la hermosa vista, es la existencia de numerosos petroglifos, algunos con una antigüedad probable de 1.000 o tal vez más años. 

 

Como sitio arqueológico está tremendamente perturbado por propaganda política pro-allendista y más recientes irrespetuosos mensajes de evangélicos que, profanando un lugar sagrado para nuestros ancestros y de importancia histórica y artística, han demostrado su ignorancia y/o comportamiento etnocida pintarrajeando sus primitivos mensajes sobre los sagrados y mucho más elaborados mensajes místicos de los antiguos yungas. Varios paneles que me cuentan que existían, como uno mostrando a un ballena y otro a un picaflor, han sido canteados por coleccionistas particulares. Se cuenta de uno hermoso que adornaba el living de una de las autoridades de la década de 1970. Hay indicios de que algunos de los paneles fueron separados de la roca con dinamita. 

 

 

Panel canteado.

 

Todo el lugar es ejemplo de las profundas perturbaciones de nuestro patrimonio, consecuencia de posiciones ideológicas, simples ladrones o ignorantes agentes oficiales. Un ejemplo casi risible: cuando (supongo que la Municipalidad) quiso “ordenar el lugar” elaborando senderos delimitados por trozos de piedra, ¡algunas de éstas son piezas de interés arqueológico, tozos desprendidos por el vandalismo que los “vandálicos” bien intencionados pero mal asesorados no supieron reconocer, las sacaron de su contexto y las usaron para las pircas! ¡Vaya contrasentido!, que revela con dramatismo la ignorancia y la desidia oficial por preservar nuestro patrimonio: 

 

¿Restaurar, hermosear o contribuir oficial e irresponsablemente al caos y destrucción? No lo puedo comprender...

 

Pretendo no involucrarme en posiciones políticas y religiosas y no tengo la más mínima duda de que los chilenos caucásicos en general no respetan nuestro pasado, pero no puedo dejar de expresar mi asombro y preocupación por la expansión de sectas cristianas fundamentalistas entre nuestra población nativa, los cuales se dedican específicamente a destruirles su identidad y su patrimonio histórico.  

 

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Propaganda política y aun más criticable, religiosa.

 

Partiendo desde el valle, llegar al sitio arqueológico requiere una hora de fácil cabalgata. 

 

Carlos y Leonor casi llegando al sitio arqueológico.

 

Hay allí un mirador donde se puede disfrutar de un refrigerio antes de explorar un par de centenares de metros de piedras que hasta en rincones insospechados muestran diversas figuras: auquénidos, aves, humanos con adornos cefálico, otro ostentando su masculinidad y un simpático personaje que usa un faldellín, una imagen abstracta de la serpiente bicéfala, figuras más o menos abstractas, un individuo con “rayos” que emanan de un pie, una mata de maíz y muchas otras. Por asociación iconográfica, algunas de las figuras pueden tener una antigüedad de más de 2.000 años (Formativo) y no hacemos nada eficiente por cuidarlas. Dicen que antes había allí una figurita de una ballena, pero se la robaron. Que la maldición de los Mallkus caiga sobre quien cree ser su dueño actual... 

 

 

 

Todo eso y mucho más, al borde de la ciudad. En pocos minutos se puede llegar en cualquier vehículo, pero a caballo pasa a ser una tranquila aventura... 

 

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