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Achuyo
¡Ahhh, qué privilegio! Sé muy bien dónde está este curioso asentamiento inkaico en el valle de Azapa, tan peligrosamente cerca de la ruta de los irrespetuosos peregrinos a la Virgen de Las Peñas y a la vez ubicado en un lugar que éstos no pueden identificar y cuyas coordenadas omitiré pues, aunque no todos, los fieles han demostrado una inconcebible falta de respeto ante los remanentes arqueológicos del trayecto (véase
Chilpe si quiere un ejemplo concreto), arruinando sitios y petroglifos con sus “piadosos” rayados. Pues no, siguiendo las instrucciones de la Virgen de Las Peñas, quien llora al ver cómo sus fieles llenan de basura y desatinados graffitis a su espacio ecológico, no pienso aportar información para que puedan llegar a allí y deteriorar con sus mensajes de proselitismo religioso a uno de los más peculiares sitios de petroglifos de Arica. La peculiar ubicación de Achuyo le ha permitido mantenerse libre de los “piadosos” atentados. Si los católicos alguna vez consiguen hacer que sus seguidores respeten las creencias andinas y sus remanentes físicos, tal vez (y sólo tal vez y sólo si veo una consistente e intransigente manera de proteger a nuestros remantes arqueológicos) le regalaré a la hoy irresponsable horda de fieles y jóvenes depredadores las coordenadas del lugar. Por ahora se lo pierden por su falta de respeto ante lo ancestral y la imposibilidad de controlar a los iluminados que causan daño creyendo que con eso se van a ganar el Cielo y a la juventud irresponsable (sólo una minoría de ella por cierto) que hace del peregrinaje una ocasión para abusar del alcohol, las drogas, la contaminación del paraje y la promiscuidad. Es que los “chilenos” son tan incultos en lo que al Mundo Andino se refiere, que no sienten ni vergüenza por destruir remanentes ancestrales de la mística no cristiana. Y los responsables de la gestión del peregrinage parece que no se dan cuenta... ¡Así es nuestro Chile Lindo!, un asco en términos ecológicos y de respeto a las creencias ancestrales o no cristianas.
Achuyo (AZ-58) fue explorado inicialmente por Dauelsberg en 1995 y hasta el año 2008 no ha sido excavado. Valenzuela, Santoro y Romero lo han estudiado basándose en sus remanentes arquitectónicos, petroglifos y la recolección de trozos de cerámica (Chungara 36, Nº2:421-437;2004). Está ubicado en el valle de Azapa a unos 60km (en línea recta) de Arica, entre el Paradero de Ausípar y el Santuario de la Virgen de Las Peñas, en una terraza a unos 25m del lecho del río, con una magnífica vista del valle:
Hay unos 80 recintos habitacionales delimitados por pircas de piedras y piso más profundo que la superficie del terreno,
con
colcas adyacentes a los recintos
y otros recintos de mayor tamaño, presuntamente de utilidad comunitaria:
Achuyo presenta varias peculiaridades. Para empezar, el piso excavado de los recintos habitacionales no es lo habitual de los poblados prehispánicos (lo he visto, a menor profundidad, en
Chapicollo y
Huaycuta) y las pircas de doble corrida de piedras con relleno intermedio, algunas semielaboradas (casi lisas en la superficie interna) sugieren influencia incaica, pero los recintos son circulares y los inkaicos suelen ser rectangulares:
En la ladera adyacente del valle hay algunas
andenerías que difícilmente podrían haber servido para la agricultura. Misterio...
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Curiosas andenerías (terrazas agrícolas) ubicadas en la ladera norte del valle en un lugar imposible de irrigar y donde prácticamente nunca llueve. Imposible imaginar para qué servían...
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Y hay más peculiaridades. A diferencia de otros asentamientos, entre los recintos hay más de una docena de paneles de petroglifos (ubicación peculiar), pocos de ellos representando lo típico: auquénidos y otros animales y no recuerdo haber visto figuras humanas. La mayor parte de los petroglifos son composiciones abstractas, líneas extrañas que aprovechan la convexidad de la roca para crear un efecto tridimensional.
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Panel principal, ubicado casi en el medio del asentamiento.
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Lo más parecido a ésto lo he visto en un panel de
Taltape, en el valle de Camarones.
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Peculiar petroglifo de Taltape. No sé si aun existe, pues el sector se loteó..
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Y no faltan en el lugar piedras con paneles verticales lisos, óptimos para grabar petroglifos, pero ninguno de ellos fue utilizado...
Los trozos de cerámica decorada que encontramos (y que por cierto dejamos en el lugar) corresponden en su gran mayoría a los estilos ariqueños costeros, en mucho menor cuantía a charcollo (serrano ariqueño) y chilpe (altiplánico preincaico) y sólo muy pocos trozos catalogables como Saxamar (altiplánico incaico). Ver descripción de la
cerámica “ariqueña”.
Según los investigadores citados, el sitio fue ocupado durante el
Período Intermedio Tardío y luego habría sido influido por la presencia Inka del Período Tardío, aunque “
no estuvo bien integrado a las redes del estado Inka”. La influencia incaica estaría señalada por el estilo y ubicación de los petroglifos, el diseño general del sitio y la estructura de las pircas y las escasas muestras de cerámica Saxamar.
Pero las peculiaridades atípicas de un sitio siempre me dejan grandes interrogantes. ¿Porqué este sitio es tan diferente a todos los otros que he visitado en la Precordillera? Carezco de respuestas. Creo que si queremos avanzar en nuestro entendimiento del pasado prehispánico de Aric, en vez de arrumbarlo en el cajón de lo que no nos calza, éste es precisamente un lugar que debiera ser excavado para tratar de entender a sus peculiaridades y ver hasta dónde éstas calzan con lo que hoy creemos que es nuestra historia. Es tan diferente a un sitio cercano,
Chilpe, que algo especial debe haber sucedido allí. Por ahora lo considero una rareza y me encanta que no sea accesible al público y que así consiga guardar sus secretos para cuando se pueda desentrañarlos...