Economía Colonial de Arica 
 
Cuando en 1540 Francisco Pizarro entregó los territorios de la región de Arica a los encomenderos, ésta contaba con dos virtudes y un grave problema. Las virtudes: un clima excepcional y su ubicación geográfica justo en el ombligo de la América andina, integrando en forma ideal el acceso al mar, los fértiles valles y las alturas cordilleranas que fueron cuna y centro de poder del "país" circuntitikaka (foto). El defecto: la malaria, amenaza endémica que por mucho tiempo ahuyentó de nuestras tierras bajas a los nuevos dueños del Mundo Andino. 
 
Chile estaba aun en trabajo de parto cuando Arica empezaba a perfilarse como una región de tremendo interés financiero para los españoles. A través de su larga historia colonial, Arica ha tenido 3 períodos claramente demarcados: 
 
-160 años de gran boom económico que se prolonga hasta fines del siglo XVII. 
-150 años de decadencia, entre 1700 y 1850. 
-150 años de incertidumbre y orfandad histórico-cultural (hasta la fecha). 
 
Primer Período, boom económico, (1540 a 1700) 
 
Cuando el arequipeño don Lucas Martínez Vegazo recibió en 1540 la encomienda que gestó la fundación de Arica, no se le estaba cediendo un territorio determinado sino que la tuición sobre varios caciques de los valles, con una población conocida de 363 indios, lo cual no implicaba un territorio cerrado y exclusivo. El principal de los encomendados, el cacique Cayoa por ejemplo, era "Señor" del valle de Lluta pero también controlaba territorios en Azapa y "en el pueblo de Ariaca en la costa del mar, diez y ocho yndios", siendo a su vez dependiente de Chuqi Chambi, uno de los jefes del señorío Caranga. En Azapa y en la costa había "islas" territoriales dependientes de caciques altiplánicos, ocupadas por agricultores y pescadores que "legalmente" no quedaban bajo la tuición de don Lucas. Estas "islas" podían ser muy pequeñas, como los 8 pescadores ariqueños que dependían de un cacique de Tacna y los 26 servidores del cacique de Ilo y Moquegua. 
 
Junto con la encomienda de Arica, se entregó una encomienda altiplánica (que incluye Codpa) a Lope de Mendieta, comprendiendo poblados que eran también sujetos de Chuqi Chambi vía el "señor" Cayoa y que también incluia a pequeños grupos de sujetos destacados en Arica. 
 
Ya había españoles instalados en Arica y en Pica desde 1536, miembros de la expedición de Almagro que no volvieron al Perú, entre ellos, el futuro primer Corregidor (29 años después) Francisco Rodríguez Almeida. Se dice que el 25 de abril (día de San Marcos) de 1541 se fundó nuestra villa (tema controvertido). Para entonces ya se había descubierto la mina de plata de Huantajaya en los cerros que ocultan a la entonces caleta de Ique Ique (”lugar de descanso”, hoy Iquique) y no tardó mucho en involucrarse en su explotación, con mano de obra indígena por supuesto, iniciando en Arica la espantosa gestión que hizo trizas del peculiar concepto de territorialidad integradora de espacios ecológicos y que arrancaba a los indígenas de su equilibrado orden socioeconómico ancestral, destruyéndolo y matando a los "trabajadores" a corto plazo. A mediados del siglo XVIII las minas del Alto Perú (actual Bolivia) habían consumido la vida de 6.000.000 de indios del Tawantinsuyu. Hay evidencias que indican que los indígenas enviados a las minas sólo lograban sobrevivir 6 a 12 meses, falleciendo habitualmente por silico-tuberculosis y luego, cuando a mediados del siglo XVI se introdujo el procesamiento del mineral de plata amalgamándola con mercurio (azogue), apareció una nueva y cruel variedad de enfermedad laboral. 
 
Cuatro años después de la Fundación de Arica, supuestamente en 1545, descubrieron al fastuoso mineral de plata (Cerro Rico) de Potosí y desde entonces y por los próximos 150 años, Arica es destino de un intenso tráfico de caravanas, inicialmente de llamas pero progresivamente reemplazadas por mulas, que transportaban el mineral para ser embarcado en nuestra rada y llevaban pertrechos y mercurio (azogue) al interior. Se consolida así un desarrollo local asombroso, componente de una de las más grandes empresas capitalistas de la historia de América. Dura hasta más o menos 1700 y contribuye a despojar a América de todo su oro y plata: lo que no salió por las vías legales se mandó a Europa de contrabando, incluyendo la casi totalidad de la moneda en plata y (raramente) oro acuñada en estas latitudes. 
 
En 1565 se establece el Corregimiento de Arica, dependiente del Virreinato del Perú, que incluia el territorio que hay entre Tacna y el río Loa, limitando al este con el Alto Perú (actual Bolivia), el cual duraría más de 2 siglos. En 1575 Arica es ascendida a categoría de Ciudad por el Rey de España, habiéndose fundado sólo tres meses después que Santiago pero la quinta en conseguir esta categoría en el Chile actual. Y así se va desarrollando Arica Región, impulsada por el inmenso progreso de Potosí, ciudad que llegó a tener 160.000 habitantes a principio del siglo XVII, siendo por entonces la más grande del Nuevo Mundo. Proveedores de alimentos, alfalfa y productos agrícolas en general (higos secos, por ejemplo y agrego que las higueras las trajeron los españoles) eran Arica y sus valles cordilleranos y en el siglo XVII Arica era el puerto de mayor movimiento del Pacífico (minerales del altiplano y azogue de España y Huancavélica), superando incluso a Valparaíso y Callao. A mediados del siglo XVII se empieza a explotar el oro de Choquelimpie. Se calcula que en 1700 transitaban unas 200.000 mulas desde y hacia Arica, aunque ya habían empezado los primeros indicios nuestra brutal decadencia. Ya en 1657 el azogue para el altiplano era desembarcado en Buenos Aires y aunque la distancia a Potosí era de 450 leguas con tramos muy peligrosos (en contraste con las 112 leguas bien conocidas desde Arica), perdimos gran parte de ese tráfico por razones administrativas y debido a la importante merma en la producción de Huancavélica. 
 
Pero la ciudad no pasaba de ser una pequeña aldea porque buena parte de los europeos moría si permanecía aqui por más de un par de años, a causa de la malaria. Como además le temían a los piratas y a los terremotos, preferían asentarse en Tacna o en Arequipa. Pero pronto descubrieron que estaban a salvo en las alturas y así se instalaron en Putre a partir de 1580 y luego en 1620 fundaron Belén (es el único poblado cordillerano fundado por los españoles en el norte del actual Chile). También descubrieron que los negros podían resistir mejor y así empezaron a llenar el valle de Azapa con esclavos africanos provenientes del Congo, Kenia y Angola, algunos de cuyos descendientes aun viven en Arica, unos pocos portando la anemia drepanocitósica que protege contra la malaria. En 1620 había unos 1.000 negros esclavos en Arica y unos 100 libres. Poco después, gracias al auge de Choquelimpie iniciado en 1643, hubo mayor presencia caucásica en Belén, Putre y tal vez Socoroma. A Belén lo fundaron los españoles por estar en un lugar estratégico y por la benignidad del entorno, incluyendo el clima. Precisamente una de las rutas de las caravanas de mulas partía de Azapa, pasaba por Belén y en Parinacota se unía con la vía alternativa que partía de Lluta, pasaba por Socoroma y luego Putre y Parinacota antes de alcanzar el altiplano. 
 
En 1657 ya hacía un decenio que estaba decayendo Potosí cuando la corona española honra a Arica con un escudo emblemático. Este emblema es puro oro (peruano) y plata boliviana (de Potosí), tiene harto azul (nuestro mar) y éste está surcado de ondas plateadas, porque para los Conquistadores ya establecidos el mar no era más que un vehículo para consolidar el despojo de América (nota). El mismo cerro del escudo es el gigantesco depósito argéntico de Potosí y el Rey no debe ni haber escuchado hablar siquiera de nuestro morro. 
 
El censo de 1674 identificó a 1.784 habitantes en Arica. 
 
Cabe recalcar aqui una de las tantas situaciones históricas que diferencian tan profundamente a Arica del Chile convencional. No olvidemos que Arica era por entonces territorio peruano. Al decir de historiadores del siglo XIX, el trigo producido en Chile valía más que toda la plata de Potosí. Esa afirmación me parece que sólo vale en lo simbólico pues escuché de labios de ese gran historiador ariqueño que fue don Alfredo Wormald Cruz, que siendo Chile tan pobre que sólo cabía cultivar, "la agricultura en Chile formó al hombre del pueblo, mientras que la minería en el Perú extinguió a casi todo el imperio de los Incas". 
 
Segundo Período, decadencia (1700-1850) 
 
Tras más de un siglo y medio de extraordinario progreso de la Región Arica por su relación con la actividad minera de Potosí, se deja caer un largo período de decadencia. Más de un siglo de sequias periódicas terminan arruinando los valles y secando prácticamente todas las plantaciones de olivos. Baja la ley de las minas y el precio de la plata en el mercado. Recrudece la malaria y la amenaza de los bandidos marítimos, espantando a los españoles y en 1718 se retiran de Arica las Cajas Reales, habiendo sido instaladas casi 150 años antes. Más detalles se encuentran en los capítulos dedicados a la relación Arica/Tacna
 
En ese momento Arica quedó con una población de no más de 800 negros, mulatos y mestizos. Las cosas siguen de mal en peor y llegó el momento en que nos pasó algo similar a lo del establecimiento de la Zona Franca en Iquique a fines del siglo XX, cuando las nuevas reglas establecidas por los Borbones para terminar con la decadente gestión de los Augsburgo culminaron con la creación del Virreinato de La Plata en 1776, el cual incluia al Alto Perú. 
 
A causa de la malaria, los embarques de plata fueron derivados a Buenos Aires y pocos años después, en 1782, la administración peruana abandona Arica pues se acaban los Corregimientos y buena parte de las acciones que se realizaban en Arica se centralizan en Arequipa y nos dejan casi tan mal como nos dejó el gobierno militar de Pinochet con su regionalización, aun cuando Arica había sido nombrada puerto franco en 1778. En 1792, el Intendente y Gobernador de Arequipa informa que en Arica no había más que 12 a 14 familias españolas y el resto de la población estaba compuesta por zambos y mulatos. Había unas 25 casas de paredes de adobe con techo compuesto por vigas de roble que soportaban una estera de caña cubierta por barro, además de unos 100 ranchos formados por una precaria armazón de varas y paredes y techos de totora y caña. Mientras en 1793 la población de Lluta, Arica y Azapa alcanzaba sólo a 1.378 habitantes, Tacna era ya “un numeroso pueblo de españoles” con más de 650 casas. Toda la población de la “Región Arica” tenía unos 18.000 habitantes en 1810, sólo 1.400 en la ciudad de Arica, un poco menos que en Belén y Codpa. Según el censo “regional” de 1796 (Gil de Taboada), más o menos del 9% eran “hombres blancos”, cerca de un 80% eran indígenas o mestizos y un 7%, esclavos. Nótese que la población de la ciudad de Arica fue siempre escasa: 1.280 habitantes según el censo de 1804 (pero con 6 iglesias), 2.811 en 1866 y unos 4.000 en 1880. 
 
Para colmo de males, en 1825 se independiza Bolivia y transfiere todos sus embarques a Antofagasta. Arica sufre su primera gran crisis financiera, que termina por relegar a Putre a un estado de humilde caserío altiplánico y aislar al interior de su complemento costero. 
 
Agréguesele el levantamiento de Tupaq Amaru II y los hermanos Katari en 1780 y la guerra de la independencia del Perú, en la que perdió Arica que era realista y ganó Tacna que era patriota y se explica que llegáramos a un estado de "desgracia y miseria". 
 
Tercer Período, la incertidumbre de un botín de guerra 
 
A partir de 1830 sucedió lo que no han logrado todas las altisonantes promesas y proyectos contemporáneos: se produjo una paulatina recuperación de Arica por la abundante disponibilidad de agua, la disminución de la virulencia de la malaria y la reactivación de la condición de ciudad de tránsito y servicios gracias a la prosperidad de La Paz y Cochabamba. La República del Perú vino al rescate y construye el ferrocarril a Tacna en 1855 y luego inaugura el muelle y el edificio de la Aduana (1874), ambos diseñados por Eiffel. El futuro de Arica vuelve a ser promisorio más o menos a partir de 1850 y hasta la consolidación de su condición de territorio chileno. 
 
Arica era nuevamente una ciudad pujante, alegre, provista de una de las mejores maestranzas náuticas entre Lima y Valparaíso y poblada por unas 10.000 personas (foto) cuando, cerca de las 17 horas del 13 de agosto de 1868, un terremoto de fuerza 8,5 rompió el fondo del mar en el sur del Perú y produjo un maremoto que encalló al Wateree lejos de la playa, destruyendo a la ciudad y a su iglesia. Todo el mundo supo del maremoto de Arica porque Arica era importante y porque el Wateree era un barco de guerra de los EE.UU., pero las consecuencias en Pisagua y en Iquique fueron desastrosas. 
 
Entre el río San José y el Lluta se produjo un gran estancamiento de agua que se mantuvo por meses. Con el aporte de agua dulce del río Lluta, no tardó en aparecer un severo brote de malaria y también nos afectó una epidemia de fiebre amarilla que arrasó la costa sur del Perú, Arica, Pisagua, lo que quedaba de Iquique y especialmente Cobija, por entonces el principal puerto boliviano. Para colmo, de Argentina nos llegó una epidemia de cólera. 
 
Nueve años después, al anochecer del 9 de mayo de 1877, se rompe el suelo submarino desde Iquique hasta Antofagasta, enviándonos otro tsunami que devuelve al Wateree a las proximidades de la playa pero que no consigue derribar al edificio de la Aduana ni a la Catedral de Eiffel, erigida en 1876, mató a 5 personas en Arica, ninguna en Pisagua y a unas 30 en Iquique. El desastre afectó más a las ciudades de más al sur, destruyendo casi el 40% de Iquique y afectando severamente a Pisagua, Tocopilla y Antofagasta. Cobija fue completamente arrasada y nunca más se repobló. Mejillones casi desapareció, con un gran número de muertos. El tsunami llegó hasta Japón, y hubo salidas de mar en Constitución, Talcahuano, Tomé y Penco. 
 
En 1878 Arica tenía 3.969 habitantes, menos del doble de los que había 200 años antes. Pese a las agresiones físicas del planeta, las financieras de Bolivia y al auge de Iquique, Arica vuelve a ser el principal acceso a Bolivia desde 1913, con la inauguración del Ferrocarril de Arica a La Paz . En 1953 se inicia el Puerto Libre y se abre el camino de Portezuelo de Chapiquiña a Putre, terminando con el aislamiento de la sierra y el altiplano establecido a principios de siglo cuando la República de Chile inició gestiones para "chilenizar" a Arica Región. 
 
No he mencionado la Toma del Morro de 1880 ni otras gestiones o incidentes ulteriores, pues son temas poco trascendentes aunque predilectos de la educación chilena y permanentemente recalcados como para mantener la rivalidad con nuestros hermanos naturales y tratar de borrar 10.000 años de historia común con sangrientas gestiones guerreras contemporáneas. De todas maneras incorporé en la portada de www.aricaacaballo.com a un erudito relato de ese evento, escrito por don Hernán Lagos Zúñiga. 
 
Es curioso lo que pasa en los países en que se fragmentó el Mundo Andino: los niños pueden recitar detalles militares del asalto al Morro (en versiones contrapuestas dependientes de la nacionalidad actual de ellos) pero ninguno --y supongo que tampoco sus padres y profesores-- ha oído hablar siquiera de la trascendente toma de la fortaleza del Cerro Baúl de Moquegua en 1475 (foto), tras 54 días de sitio, con la cual los incas eliminaron al principal escollo que les faltaba para abrir las puertas para el dominio del sur del Perú, parte del cual es ahora territorio chileno. 
 
Hubo pues dos bastiones de importancia militar y similar morfología en nuestras latitudes. La conquista del primero, Cerro Baúl --ya emblemático desde los tiempos del Tiwanaku-- contribuyó a consolidar uno de los más formidables imperios de la historia, que se caracterizó por el esmero con que cuidaba a los territorios conquistados. La toma del segundo, el Morro de Arica, contribuyó a incorporar un poco de territorio a un pequeño país de vocación insular y centralista que indiscutiblemente ha manejado mal a su botín de guerra. La fanfarria con que se celebra el episodio del Morro y las odiosidades que genera tras las fronteras actuales tienen que parecerle fuera de contexto a testigos de la evolución del Mundo Andino como Pachakamaq, quien, como deidad andina responsable de los eventos telúricos, manifiesta su descontento haciendo remecer nuestro territorio cada vez que se acuerda que sus muchachos son hoy chilenos, peruanos o bolivianos y están dispuestos a matar y a dejarse matar por un concepto de territorialidad importado e impuesto durante la más reciente centésima parte de la historia de Arica y su Región. 
 
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