Agresiones Planetarias contra Arica
Terremotos y maremotos (tsunamis)
Aunque todos sabemos que algún día vendrá un gran terremoto y posiblemente un terrible maremoto algunas decenas de minutos después, debemos seguir trabajando por Arica pues no hay lugar chileno, peruano o de la extensa costa occidental del Océano Pacífico que no esté tanto o más expuesto que Arica a los peligros de los tsunamis a consecuencia de las rabietas planetarias. Hasta fines del siglo XX algunos medios de comunicación y publicaciones semi-científicas identificaban, directa o indirectamente, a Arica como "EL" lugar peligroso, como si cualquier fenómeno telúrico de magnitud destructiva no fuera a afectar con igual o mayor intensidad a Iquique (con el agravante de que el maremoto allí hoy sería mucho más destructivo) o como si la Tercera Región no tuviera un historial más nutrido que el nuestro. Para decir las cosas por su nombre, es posible que el próximo gran terremoto afecte a Arica, pero es mucho más peligroso lo que podría ocurrir en Iquique con el mismo evento y posiblemente peor aún en Mejillones y en La Serena por sus bajas cotas y la cantidad de construcciones que se elevan temerariamente al borde del mar. Además, no sería raro que hasta más al sur de Concepción se sufran dolorosamente las consecuencias del tsunami. Por otra parte, no somos la única zona de riesgo telúrico en Chile: de particular riesgo son las regiones IV, VI y VII, las que tienen un ciclo de 100 años, siendo los últimos terremotos catastróficos previos al del 26 de febrero de 2010 con epicentro en la VIII región (Biobío, Magnitud 8,8), los de 1928 en Talca y 1922 en La Serena e Illapel.
La geodinámica de los terremotos-maremotos que nos amenazan
En forma muy simplificada, puede decirse que los terremotos se producen por eventos subterráneos del continente (el de Tarapacá del 13-VI-2005, por ejemplo) o por eventos del fondo del mar (conflicto entre la placa de Nazca y la continental en el caso de Chile). Los que nos amenazan con lo peor, el tsunami, son los que produce la placa de Nazca y a ellos me voy a referir.
Considérese a la placa de Nazca como una inmensa masa de fondo de mar que delimita con la masa del territorio continental a lo largo de una larga línea que se extiende, a decenas de kilómetros del borde costero, desde Panamá hasta el sur de Chile (cerca de Puerto Montt), sin llegar a la Patagonia. La placa de Nazca avanza hacia el oriente por debajo de la continental, progresando teóricamente unos 10cm cada año en nuestra latitud. Pero ese deslizamiento es conflictivo, se atasca y se acumula más y más energía para impulsarlo hasta que bruscamente se rompe el atascamiento y de golpe se genera el avance (teóricamente se ha acumulado en nuestro Norte Grande más de 10 metros de deuda), se paga la “deuda” y nos llega un tremendo movimiento de tierra que altera al fondo marino, el que libera una inmensa energía al mar que lo cubre y esa energía se propaga como una onda invisible (tsunami) a gran velocidad y de una peculiar manera que casi llega a semejarse a un “movimiento continuo” si el mar es profundo.
Pues simplifiquemos y asumamos al fenómeno tsunami como movimiento continuo. Una ley básica de la física es que la energía no se agota, sino que se transforma y/o se disipa (eso no es “agotarse”). Pues en sus orígenes esa energía se manifiesta en la velocidad de la onda (unos 700km/h en el evento de Japón del 2011, no confundir con “ola”), pero al acercarse al continente disminuye la profundidad del piso marino y por complejas razones eso disminuye la velocidad de la onda y así empieza a “sobrar” la energía generadora de velocidad y el excedente no puede dejar de expresarse y lo hace elevando el nivel del mar, más y más mientras menor sea la profundidad del mar. Así, al llegar al continente el tsunami es esencialmente una inundación y no una ola, la que si se genera lo hace a través de otros mecanismos que no expondré. Pero que quede claro, no se trata de “la” onda ni de “la” ola, viene una tras otra con intervalos de unos 20 minutos más o menos: lo peor puede venir después de la primera y hasta decenios de horas después. Y el terremoto generador puede no ser más que el primero y nada impide que después haya una “réplica” aún peor.
Todo eso es complejo, pero es así y es asombroso que no lo sepan quienes deben saberlo. El 11 de marzo de 2011, cuando se esperaba en la Isla de Pascua la llegada del tsunami proveniente de Japón, zarpó un avión a averiguar si había una “ola” aproximándose. Eso fue absurdo porque ni aunque la isla hubiera quedado sumergida se habría visto algo mar adentro. O dicho de otra manera, si Ud. estuviera unos 10-15km mar adentro de Arica en un botecito, o por lo menos donde el mar tuviera una profundidad de unos 150m, no percibiría el paso del tsunami.
Bueno, todo es complejo en materia de tsunamis. Los hay aquellos que se inician con un recogida de mar y otros que se incician con la inundación, con o sin ola inicial. Y eso nos lleva a la dolorosa pérdida de tantas vidas por la bochornosa omisión de un alerta de tsunami tras el terremoto del sur en el año 2010 (Biobío). Es inexplicable porque no me cabe que nuestras máximas autoridades y “expertos” oficiales se pudieran creer el cuento de “la ola”. Basta sumar parámetros: un terremoto de 8,8 grados Richter con epicentro a pocos miles de metros de la costa: eso implica ¡¡¡tsunami!!! a corto plazo, digan lo que digan los instrumentos, ¡por todos los santos! Soy lego en la materia pero sé sumar ese tipo de parámetros y casi me arranqué los pelos cuando escuché que lo descartaban. Y bueno, tampoco me costó saber desde antes que había que esperar a ese terremoto. Era allí o en el norte de Chile, por lo siguiente:
Sucede que conviene considerar al conflicto de la placa de Nazca como la energía que acumula una varilla flexible sometida a tensión, como quien quiere hacer un arco para flechas con ella. Su extremo sur se liberó en 1960 (Valdivia, Magnitud 9,5) y su centro en 1985 (un poco al sur de Vaparaíso, Magnitud 8). Sus secciones centro-sur y norte seguian bajo presión y una de ellas tenía que ceder primero a decenios plazo y lo hizo el 26 de febrero de 2010 con epicentro en la VIII región (Biobío, Magnitud 8,8). Y es obvio que a eso no se le dió importancia antes de que ocurriera y que no hubo una buena preparación. Pues no la hubo y todos lo pudimos comprobar y no queremos que se repita eso. Tras todo eso, faltaba que se liberara la energía del conflicto tectónico del norte del país y, saltándose el Norte Chico, en abril del 2014 eso ocurre con un terremoto con epicentro en el mar casi a la cuadra de Pisagua (Magnitud 8,2-8,4), lo que dejó "en deuda" al sector del Norte Chico y al de Arica-Sur de Perú. El 16-IX-2015 "se pagó" la deuda del Norte Chico con el terremoto de Illapel (IV Región, a menos de 10km de la costa, Magnitud 8,3) y ahora sólo nuestro sector norte (Arica-Perú) concentra a toda la energía acumulada desde 1877. Obviamente, lo dicho es un muy resumido esquema.
El terremoto del 2014 en Iquique merece un comentario. Después del terremoto del sur en febrero del 2010 (Biobío), éste y el de Illapel son los de mayor magnitud que ha sufrido Chile desde el de 1960 en Valdivia. Ambos, pese a su magnitud, generaron modestos tsunamis poco destructivos (sólo un par de metros para Iquique y cuatro para el de Illapel). El de Iquique se produjo por el conflicto de la placa de Nazca en el segmento de Iquique, más o menos el del terremoto-maremoto de 1877. Inicialmente se pensó que este reciente evento había liberado la energía acumulada en el segmento iquiqueño, liberándonos del desastre del deslizamiento simultáneo de éste con el segmento del sur de Perú y no olvide que Arica está entre ambos. Puede ser, pero esa suposición inicial hoy es discutida por expertos internacionales porque podría haberse esperado un sismo mayor y el desplazamiento del borde del conflicto de placas fue menor que el esperado. Es decír, aún persiste en ese segmento una gran cantidad de energía atascada que no tardará en liberarse y aunque así no fuera, el segmento surperuano de la "varilla" (el que se expresó en 1868), es el único que falta por desatascarse y cabe casi asegurar que no tardará en hacerlo. En otras palabras, el fantasma de El Grande aún amenaza a Arica, Iquique y vecindario y debemos mantenernos tan preparados como se supone (¿?) que lo estábamos antes del evento iquiqueño. El próximo evento será el que nos afectará severamente y esta vez con un maremoto destructivo.
No quiero alarmar a nadie, pero no dudo en anticipar a no muy largo plazo el peor terremoto de la historia de Chile ¡¡Preparémosnos!!, digan lo que digan los que tanto y tantas veces han ignorado las advertencias de la Pachamama. El tema es muy complejo y mucho más grave de lo que Ud. supone. O sea, ni se imagine que las “vías de evacuación” serán tan fácilmente transitables (si es que lo serán) como son durante los simulacros. Y no es que quiera que cunda el pánico, sino decir las cosas como parece que son: la sección de la “varilla” que corresponde a Arica tiene dos segmentos (el de Iquique y el de Perú) y el segundo de ellos o ambos van a chicotear en períodos muy próximos (ya lo hicieron en 1868 y 1877) y ahora posiblemente con mayor intensidad que la que el país ha conocido jamás.
Nuestros terremotos
Dejemos las predicciones que ojalá no se cumplan. Lo cierto es que equivocadamente o quién sabe con qué intenciones, en el pasado reciente se estigmatizó a Arica con el tema de los terremotos y tsunamis. Arica lo ha asumido y hasta el 2020 es tal vez la ciudad chilena mejor preparada para estos eventos (aunque no me convence lo que se ha programado), a la vez que en Iquique las autoridades parece que hasta no hace mucho pretendían ignorar su mayor riesgo. Por lo demás, el terremoto de mayor intensidad del planeta que ha sido documentado en épocas modernas es el del sur de Chile en 1960 (de mayor intensidad aun que el de la zona de Indonesia de diciembre del 2004), hoy catalogado como de magnitud 9,3 (¿9,5?) en la escala de Richter. Ambos tuvieron una intensidad inmensamente mayor que nuestro tristemente famoso terremoto-maremoto de 1868, lo que debiera hacer que nuestras autoridades aceptaran que el próximo terremoto-maremoto del sur del Perú o de Iquique tenga una magnitud cercana o superior a 9 y por cierto, ambos afectarán a toda esa costa, pasando por Arica. Hasta donde parece, la programación de mitigio se ha basado en una magnitud de 8 o menos (8,7 para el Puerto "Asísmico" inaugrado el año 2009), lo que es miles de veces menos potente que aquello para lo cual debiéramos prepararnos, pero parece que “no se oye, Padre”, ni en Arica ni menos hasta no hace mucho en Iquique y en La Serena.
Este no es un problema de Arica: es la maldición que Pachakamaq le impuso a Chile y al Perú
enteros por la forma cómo estos países han descuidado a Arica y le han impedido
de facto desarrollarse de acuerdo a su condición de territorio andino.
Pachakamaq, deidad preincaica costera que podría decirse que llegó a superar a Viracocha y quien, entre otras gracias, es el responsable de los fenómenos telúricos, tiene iterativos ataques de ira cuando recuerda cómo su mundo se fragmentó en "países" justificados fundamentalmente por una priorización de los bienes raíces más que por consideraciones etno-histórico-culturales. Esa ira hace temblar la tierra y sirve de castigo para los responsables de tal gestión, ya irreversible (
foto). Además, la Pachamama tiende, a lo largo de miles de millones de años, a cambiar su aspecto externo a través de
cataclismos geológicos, pero no sólo en Arica.
Nos dicen que cada 100 años seremos la principal víctima de un terremoto catastrófico, aunque ni lo uno ni lo otro me parece claro.
Iquique no era mucho más que Arica cuando el terremoto de 1868 destruyó a la (¿tal vez?) pujante Arica de entonces, pero todo el mundo nos asoció con ese desastre porque éramos más que un caserío (unos 4.000 habitantes) y hasta el National Geographic Magazine publicó el
espeluznante relato de un oficial del Wateree (muy exagerado en cuanto a la magnitud del maremoto). Más al sur, en Iquique (unas 150 o ¿300? fatalidades), Mejillones, Caldera y Carrizal hubo daños de consideración. Hacia el norte, Ilo, Pisco y otras localidades costeras del sur del Perú fueron severamente afectadas, con más de 500 muertos. Aun más al norte, el tsunami afectó a El Callao y a Trujillo y hasta a Hawai y a California. Hacia el oeste, hubo perjuicios en Australia, Nueva Zelandia y Japón. En definitiva, ese evento causó unas 2.000 muertes en América del Sur.
La mejor e insuperable referencia de ese evento proviene de una prolija investigación realizada por el historiador Manuel Fernández Canque ("Arica 1868, un
tsunami y un terremoto") y sólo puede comprendérselo cabalmente leyendo
su publicación del año 2007. Él calcula que en Arica había unos 4.000 habitantes, más las tripulaciones de los diversos barcos fondeados en Arica. Propone un número de fatalidades de casi 600 personas en Arica, más de 200 de las cuales corresponden a las tripulaciones de los barcos, de manera que habría perecido un 10% de nuestra población, la inmensa mayoría por el maremoto y de ellos, un buen porcentaje debido a que tras el sismo muchos ciudadanos se concentraron en el molo para solicitar ayuda a los barcos, antes de que se iniciara el tsunami y muchos otros quienes, tras la primera crecida del mar, fueron a recoger los valiosos despojos a la playa sin sospechar que pronto el mar volvería a inundarnos una y otra vez. Su muy negativa evaluación del
fantasioso relato de Billing desvirtúa a éste sin dejar lugar a dudas.
Nueve años después, lo que debiera ser llamado "el terremoto de Iquique" seguido de un tsunami, nos afectó a nosotros también, pero tuvimos menos muertos que en Iquique y nos fue mejor que a Mejillones y otros lugares de más al sur, pero también fuimos noticia porque éramos lo más importante de la región.
En cuanto a la periodicidad centenaria, no he podido encontrar evidencias históricas que la sustenten. Con dificultad he logrado resumir la información que sigue, la cual ciertamente no muestra periodicidad alguna y aun sugiere que no hubo ninguna catástrofe telúrica durante un período de más de 180 años, a la vez que los dos últimos desastres ocurrieron en el transcurso de menos de una década. Los terremotos destructivos que conozco y que han afectado a Arica son los que siguen (los que provovaron tsunamis figuran en
azul), pero antes de seguir repasemos el asunto de los grados de intensidad y potencial destructivo
en este link.
1543 Magnitud (o sea, una fórmula mejor que de los grados Richter pero que es asimilable): 7,7. Epicentro: 19ºS 70,5O. Arica había sido fundada sólo dos años antes.
1604 24 de noviembre. Magnitud 8,4. Epicentro: 17,9ºS 70,9ºO. Con tsunami grado 3, arrasa el poblado, el fuerte, la iglesia Matriz, el convento de San Francisco y el almacén de azogue. Motivó trasladar el pueblo desde su ubicación en el Chinchorro a la actual a los pies del Morro.
1615 16 de diciembre. No hubo muertos pero sí grandes daños materiales, incluyendo destrucción o daño irreparable de la iglesia Mayor, el fuerte, el polvorín, el hospital, el convento de Nuestra Señora de las Mercedes y otras construcciones.
1681 10 de marzo. Magnitud: 7,5. Epicentro: 18,5ºS 70,3ºO. Arrasa la ciudad y daña severamente al fuerte.
1868 13 de agosto. Magnitud: 8,5, grado XI de la escala modificada de Mercalli. Epicentro: extremo sur de Perú. Con tsunami grado 4. La primera crecida de mar (“ola”) llegó unos 20-25 minutos después (previo retroceso del mar) y hubo varias pero tal vez la peor demoró más de una hora. Se produjeron hendiduras del suelo de las que dicen que “salieron emanaciones de vapores sulfurosos”. Toda la ciudad se derrumbó, salvo el campanario de la Iglesia Matriz a medio caer y 2 partes del edificio de madera del Hotel Europa, separados el uno del otro. Se destruyeron los caminos y la vía férrea a Tacna. Se dice que las olas llegaron a alcanzar una altura de 18m. En Iquique se destruyeron hasta las casas más sólidas. En Mejillones el daño lo causó el maremoto, con olas de hasta 6m. Cobija, Tocopilla y Paquica sufrieron daños menores. En Caldera y Coquimbo el mar arrasó con el muelle y en Coquimbo 3 buques mercantes sufrieron serias averías. En Valparaíso sólo marejadas pero en Constitución murieron 5 personas y el mar subió por el río con tal fuerza que el vapor Independencia rompió sus amarras y se varó río adentro, igual que otros buques. En Tomé el mar inundó la población y rompió un puente en construcción. También se inundó parcialmente Talcahuano, Penco y Concepción. Para Arica, la ayuda exterior (provisiones) llegó nueve días después con donaciones de Caldera a bordo del buque de guerra norteamericano Kearsarge y luego, víveres y medicamentos llegaron a las tres semanas a bordo del barco insignia norteamericano Powhatan. Pero nuestros antecesores tenían mejores posibilidades para sobrevivir que nosotros: por entonces había numerosos puquios (”ojos de agua”) y vertientes y seguramente nunca tuvieron mucha sed, nuestro principal problema actual. Contra eso está el hecho de que el tsunami creó muchos estancamientos de agua entre el río San José y el Lluta, el que se mantuvo por meses. Con el aporte de agua dulce del río Lluta, no tardó en aparecer un severo brote de malaria y también nos afectó una epidemia de fiebre amarilla que arrasó la costa sur del Perú, Arica, Pisagua, lo que quedaba de Iquique y especialmente Cobija, por entonces el principal puerto boliviano. Para colmo, de Argentina nos llegó una epidemia de cólera y además, desde antes del terremoto la viruela era prevalente en Arica porque sus habitantes se resistían a la genial vacuna. Más detalles y la exposición de la poco conocida verdad del encallamiento del Wateree, en este link.
1877 10 de mayo. Magnitud: 8,8. Epicentro: 21ºS 70,3ºO (Iquique, fondo marino, a unos 50km al sur de aeropuerto Chucumata). Tsunami grado 4. En Arica el maremoto llegó como 45 minutos después con olas de como 19m, pero viniendo del suroeste fueron parcialmente mitigadas por el Morro. Casi todo quedó destruido, aunque resistió la Aduana de Eiffel (actual Casa de la Cultura) y la Catedral de Eiffel instalada después del maremoto anterior y sólo hubo cinco muertos. Nadie murió en Pisagua, donde sólo ocasionó grandes daños en las líneas y durmientes del ferrocarril, se perdieron como 60.000 quintales de salitre y se destruyeron muchas instalaciones destinadas a la gestión salitrera. En Iquique (9.222 habitantes) el terremoto duró unos dos minutos y hubo daños de consideración en gran parte de los edificios de material sólido y un gran incendio en la parte sur. Se estima que el 40% de Iquique fue destruido: el maremoto barrió con todo el barrio desde La Puntilla hasta El Morro, desapareciendo los muelles, industrias, bodegas, etc. Se hundió el vapor aguadero que hacía el cabotaje entre Arica e Iquique y la casi totalidad de las lanchas y botes. Unos 30 bomberos murieron en Iquique. Cobija prácticamente desapareció: se destruyó la mitad del poblado que había empezado a reconstruirse en 1871, después del desastre del terremoto de 1868 y la fiebre amarilla de 1869. El maremoto terminó con arrasar el resto, arrancando de cuajo casas enteras con sus habitantes. Nunca se le volvió a poblar. En Antofagasta el mar inundó varias veces a la ciudad, llevando y trayendo casas; no hubo muertos pero sí grandes daños materiales. Mejillones prácticamente desapareció, con un gran número de víctimas fatales. Hubo salidas de mar en Constitución, Talcahuano, Tomé y Penco.
Esos dos episodios relatan lo último grave que hemos sufrido en materia de terremoto-maremoto. Pues ahora tenemos a una población inmensa comparada con la de entonces y torpe e irresponsablemente asentada muy cerca del mar. No es culpa de los ciudadanos, sino de las autoridades que por ignorancia (comprensible para entonces) o desidia hoy incomprensible, autorizaron la construcción de poblaciones, edificios grandes y ¡¡hoteles!! en terrenos de altísimo riesgo. ¿Se pueden imaginar lo que nos espera ahora? Pues conviene que lo piensen bien y se preparen, pues debemos pensar que el próximo evento liberará miles de veces más energía que los ya vividos. ¡Cuánto quisiera equivocarme!..
Otros sismos afectaron a la Región, pero no tuvieron un efecto destructor en Arica o no tengo suficientes datos:
1665 Destruye la iglesia de Putre.
1715 “Un fuerte terremoto destruyó el puerto” según una fuente aislada. Magnitud: 7,5. Tsunami grado2.
1810 14 de noviembre. Un terremoto, no mencionado en todas las fuentes, el cual habría dañado severamente a Arica.
1833 En la madrugada del 18 de septiembre. Tacna quedó reducida a escombros y su reconstrucción populariza el uso de portadas de piedra de cantería y los peculiares techos trapezoidales (“mojinetes”). Arica también fue afectada, pero no tengo claro en qué magnitud.
1906 24 de diciembre. Afectó principalmente a Codpa, donde sólo quedó en pie la iglesia. Grandes piedras cayeron al valle por efectos de una intensa lluvia ulterior.
Entre 1681 y 1868 sólo se consigna el “terremoto” de 1715 con un modesto tsunami, un fuerte temblor en 1784, el “terremoto” del 14 de noviembre de 1810, un "casi" terremoto en 1831 y un fuerte temblor en 1833 que afectó severamente a Tacna.
En época contemporánea sólo hemos sentido tres grandes temblores en Arica:
1987 8 de agosto.Magnitud 7,2. Su epicentro fue en el continente, a unos 30km de la costa entre Iquique y Arica, donde se percibió como grado VII de Mercalli y produjo un gran desorden de las vías urbanas. Un niño falleció en Arica por desprendimiento de rocas desde el acantilado cerca de la playa Corazones.
2001 23 de junio. Magnitud 8,4. Su epicentro fue en el continente peruano, a unos 35km de la costa entre Mollendo e Ica. En Arica se percibió como grado VII de Mercalli. Yo lo viví en la playa Las Machas por lo que no pude evaluarlo debidamente. Con mi familia y amigos habíamos terminado un asado en la playa frente al GRUPIN de Carabineros, el peor lugar para un maremoto, hasta donde habíamos llegado cabalgando desde el valle de Azapa. Vimos derrumbarse rocas del Morro y en cuanto éste se ocultó en una nube de polvo, pensamos que éste era El Grande y arrancamos a galope tendido hacia los cerros, recordando que la tercera ola del maremoto de 1868 avanzó sobre el continente a unos 17km/h. Una anécdota curiosa: varias horas antes, en el valle, los caballos tuvieron actitudes inusuales, simplemente de pronto se negaban a avanzar y eso ocurrió varias veces.
2014 1° de abril. Magnitud 8.4. Epicentro casi a la cuadra de Pisagua y a unos 64km hacie el oeste. En Arica se percibió como grado VIII de Mercalli (VIII-IX en Iquique) y hubo 7 fallecidos y unos 200 heridos en Iquique. Tuvimos una gran decepción ulterior al enterarnos de los detalles sismológicos, pues inicialmente esperábamos que este evento aliviaría la tensión de la placa de Nazca en el segmento Arica-Iquique que genró al evento de 1877. Pues no fue así poque la placa continental sólo se movilizó a lo largo de 200km (se esperan 600) y avanzó hacia el oeste sólo 6,5 de los 9 metros esperados. De todas maneras este evento tal vez ayude a disminuir la intensidad de los futuros sismos generados por el tramo Arica-Iquique de la subducción "atascada" pues movilizó, aunque sin "pagar la totalidad de la deuda", al tercio medio, dejando en ambos extremos extensiones de unos 200km cada una, las que con suerte tal vez se rompan de manera independiente. En otras palabras, persiste una situación de potencialmente crítico silencio sísmico en la mayor parte de la placa al sur de Arica, y por cierto también hacia el norte (sector responsable del evento de 1868).
Si los datos del epicentro de los eventos contémporáneos son los debidos, desde 1877 no hemos tenido un evento verdaderamente trascencente con un epicentro bajo el mar y en la interfase de subducción de la placa de Nazca. Temblores de menos de 7 grados de magnitud (Richter) hemos tenido varios y los seguimos teniendo con frecuencia, particularmente en la macrozona de Iquique, pero hasta ahora muchos de ellos han tenido su epicentro en el continente, no bajo el mar donde se espera “Al Grande”. Pero los medios hacen una tremenda alharaca y estigmatizan a Arica como ciudad “peligrosa” siendo Iquique el que merece ese calificativo. Ejemplo de exageración mediática, el temblor del 14 de mayo de 2012, de 6,2-6,4 grados de magnitud con epicentro al este de Tacna y muy cerca de la frontera, en el continente. En Arica se percibió como VI en la escala de Mercalli pero las noticias para el resto del país fueron alarmantes. Que quede claro: a menos que se trate de un improbable cataclismo generado bajo el continente, no habrá peligro de tsunami. El que nos espera requiere un epicentro bajo el mar y una magnitud de por lo menos 8 (Richter) y eso vale para todo Chile y es lo que ocurrió ese fatídico 27-II-2010 en el sur (Maule). En esa oportunidad, la inconcevible falta de conocimientos de nuestra Presidente de la República hizo que descartara pública, expresa y categóricamente el tsunami que pronto cobró centenares de víctimas fatales. Y ella (Michelle Bachelet) emitió su torpe declaración cuando ya estaba en conocimiento de que en la Isla de Juan Fernández, donde no sintieron el temblor, ya había llegado el tsunami. Esa es una de las más torpes gestiones de gobierno en Chile de las últimas décadas y hace que sea imperioso que las autoridades se preocupen de ilustrarse un poco que sea respecto al pasado, presente y futuro sísmico de Chile. Algunos ciudadanos ilustrados, muchos, sabíamos que vendría el tsunami pero no podíamos hacer nada más que gritarle la alarma a viva voz al televisor ¡Magno bochorno nacional!
Volviendo al inevitable tsunami del sur del Perú y del norte de Chile que nos aguarda, cabe decir que hasta el año 2020 han transcurrido 143 años durante los cuales buena parte de Chile (Arica en silencio sísmico submarino) ha sido severamente afectada por terremotos y tsunamis. Tarde o temprano será nuestro turno y no será Arica la que saque la peor parte y rogemos para que quien sea Presidente de Chile tenga los conocimientos y los pantalones para ordenar oportunamente la evacuación de la costa y molestemos para que nuestras autoridades se preparen muy en serio para enfrentarlo, tema que creo, es decir SÉ BIEN, que sufre de grandes carencias.
Lluvia de cenizas en 1600
Tras la erupción del volcán Huayna Putina u Omate, ubicado entre Arequipa y Moquegua, cayeron cenizas sobre Arica por más de dos semanas, destruyendo plantaciones, derribando techos y matando gran cantidad de animales domésticos y salvajes (
foto).
Lluvia de cenizas en 1802
La erupción del Tutupalca, al este de Moquegua, produjo una lluvia de cenizas que se prolongó por cinco meses, a veces con tal intensidad que era necesario encender las luces durante el día.
A mediodía del 5 de mayo, se inició un huracán que duró dos horas, derribando techos, postes de luz y telégrafo y árboles, aislando completamente a Arica, hundiendo embarcaciones y cubriendo a la ciudad con tal cantidad de polvo suspendido en el aire que la visibilidad era casi nula y la respiración se hacía difícil. El fenómeno se extendió luego a Iquique, La serena, Ovalle, con lluvia en el Norte Chico, llegando hasta Puerto Montt.